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miércoles, 2 de enero de 2013



NAPOLES 1944


    No me decidía a reseñar este libro porque narra un aspecto de la Segunda Guerra Mundial, más concretamente la ocupación de Napoles y su área por los aliados. Pero me dije: "¡Este libro es la leche!". ¿Es un libro de viajes? Si, porque Norman Lewis era un chaval trasladado de su país a otro que no conocía y lo que vio le dejó con el pálpito de lo extraordinario. ¿Vivió experiencias que merecen contarse? Sin duda alguna. Porque Lewis no pega un tiro en toda su estancia en Napoles desde el famoso desembarco norteamericano en Salerno, y porque el texto es hilarante, con esa flema tan british como de no querer hacerte reír para  no dejar de hacerlo (hay que leer las primeras paginas antes de entrar en el meollo, que también están muy bien). No le hace falta forzar la letra; la materia del asunto, lo que cuenta este libro, es tan real y divertido como cabria esperar de la trayectoria de su autor (este fue su primer libro), y como cabria esperar de la Italia Sur profunda, muy profunda, casi cavernícola, paradójica... vamos, como las viejas películas de Totó o Alberto Sordi, esa misma vena de humor tan desmedida y surrealista de Fellini antes de Fellini. Cada día de Lewis traía una preocupación distinta para salvaguardar la seguridad del ejercito norteamericano, un grupo humano a veces sórdido, muy desordenado (¡y ganaron la guerra!), en el que una unidad del Servicio de Inteligencia Británica se incrustó para que nadie, ningún mando superior, les hiciera maldito caso.

    Vistas así las cosas, Lewis se dedicó a hacer amigos entre los napolitanos (véase el tío de Roma, toda una institución funeraria), a perseguir chivatazos entre vecinos enemistados, comerse los peces del zoológico en invitaciones de amigos, a visitar Capri o las innumerables catacumbas protegidas por monjes cavernicolas. El relato de la famosa erupción de el Etna de aquel entonces es impagable, con procesiones cristianas enfrentando la cola de lava para que se detuviera. También esta el compañero de oficina enamorado desesperadamente de la italiana de turno a la que su chulo no quita el ojo. La lista de sucesos es muy larga.

    El libro no cuenta con más hilo conductor que la estancia del autor y las observaciones que hace de tan insólita sociedad. Tremebundo. Una gente variopinta, pintoresca, preocupada por las apariencias ante todo, dando espacio a situaciones cómicas unas tras otras, la mayoría de las veces mientras se mueren de hambre y los alemanes bombardean la zona. El atraso que el autor constata en sus excursiones por la zona montañosa de los alrededores es increíble, con las vendettas, la sumisión a los hacendados. También es increíble cómo puede llegar a ganar la guerra un ejercito al que le roban material de guerra a toneladas ante sus narices. 

    De esto va el libro en el fondo: de napolitanos en trance de convertirse (a la fuerza) en hombres modernos, de gente que ha creado un entramado sociológico tan particular que dar risa. ¿Seguirá la cosa igual entre Amalfi, Salerno, Nola, Sorrento, Pozzuoli y Napoles? Las noticias que siempre llegan son las de un lugar cargado de historia, cultura... y gente en la omertá. Si alguien quiere saber cómo eran las cosas hasta no hace mucho en Napoles y comarca, este es un libro que no dejara indiferente: es un viaje en el tiempo excelente. Todo esto Lewis lo reseña atónito: no le hace falta artificio literario alguno para dejarnos con la boca abierta.
    Finalmente, añado dos vídeos de la época: El primero, que dura 2 minutos, es la ciudad de Napoles bajo los efectos de la guerra y lo que Lewis encontró, y el segundo vídeo muestra unas imágenes espectaculares de 9 minutos sobre la erupción del Vesuvio (un reportaje que hicieron los americanos).



Napoles 1944, de Norman Lewis, RBA Libros 2012, 256 paginas






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