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sábado, 16 de noviembre de 2024

EN TIERRAS BAJAS, de Herta Müller

EN TIERRAS BAJAS, de Herta Müller


Usando el costumbrismo, estos relatos trascienden con mucho cualquier lectura acerca de cómo vivían los rumanos descendientes de alemanes en el oeste del país. Ciertamente es una vida rural, precaria, muy tradicional y apegada a valores ultraconservadores dentro de la población desconectada de la idea de progreso y modernidad. Pero hay un aliento de vida que se resiste a perecer del todo en esta voz de niña que nos habla en cada cuento: una desesperanza tristísima, una pérdida de cualquier horizonte alejado del lugar donde viven, la herencia obligada de unos valores muy poco humanizadores encarnados en los adultos... dentro de un estado comunista, el rumano, allá por la época de Adenauer como refleja alguno de los cuentos. Tiene algo de autobiográfico, así que podrían estar en la década de los sesenta a unos 40 km de Timişoara. Es curioso cómo, sin haber salido de la tierra que los vio nacer, todos estos personajes parecen desarraigados de sí mismos. Como puede suceder esto es de lo que se encarga la autora de mostrarnos.

Me han recordado desde muy pronto el mismo ambiente que se respira en algunas escenas de las películas de Bela Tar, o la película El pájaro pintado de Vaclav Marhoul: un mundo duro, poco estimulante para una niña, en el que vivir a la defensiva, y guardarte tus sentimientos... hasta que ya no merezcan la pena sino para ir tirando en un mundo violento. 

Los dos primeros cuentos ya te dejan noqueado: son cortos de extensión, pero muy largos en el regusto que dejan en el cerebro. De esos que me dejan pensando en esa pregunta tan estimulante: ¿Qué diablos acabo de leer? ¿Cómo es posible haber escrito algo así, con coherencia completa de significado pero del que me siento todavía expulsado? Lo vuelves a leer porque quieres entrar ahí, es cuestión de minutos y vuelves a levantar la cabeza del libro, sorprendido por esa sensación de extrañeza, pero habiendo comenzado a comprender. No es solo una experiencia de la vida distinta a la mía la que transmite Müller, es otro lenguaje mucho más conciso, depurado de palabras superfluas, párrafos tremendistas y frases melodramáticas, el que te propone como envoltura pero también como contenido. Lo costumbrista de las escenas rurales que se cuentan desde una cierta intimidad infantil es solo la pista de despegue de todo lo que nos transmite la autora.

En tierras bajas es el cuento más largo, el central, de este libro de 190 páginas según mi edición de Debolsillo. Son historias que cuenta la niña viviendo en su aldea de suabos con una madre de trato duro, resentida con su marido y amargada por la vida. La abuela con sus supersticiones y manías, el padre hosco, de los que procuran escapar de casa con cualquier pretexto, haciendo negocios con el camión por ahí. Las pequeñas escapadas, chispazos de la imaginación para desaparecer por unos minutos de esa soledad, de ese encierro que es vivir tan atrasados... el relato traspasa con cierto lirismo la cara más anodina y a veces brutal de la vida diaria: desde el sexo hasta la muerte, todo forma un continuo sin mucho significado ni especial interés, y se comentan descarnadamente como algo más dentro del pasar de los días, aunque el sexo sea violación y la muerte la pérdida de alguien querido. Sin embargo la niña no se engaña: se da cuenta que todo esto la está marcando enormemente, pero no sabe cómo salir de esto antes de acabar como los adultos. Desea el afecto y recibe un bofetón. Queda la sensación de que ser feliz en esta tierra es algo que se desconoce y no se enseña: por ejemplo, cuando lo intenta en la bañera, desnuda. Parece ser que es la lección que está aprendiendo esta niña: aguanta hasta que otros te tengan que aguantar. Es ese lenguaje directo de una niña que no se censura como sus mayores, pero que está aprendiendo que es la vía de escape para vivir en esa tierra, las tierras bajas. Por otro lado, el estado parece lejano, aquí la única autoridad es la muy brutal y descarnada que ejerce la familia de una manera, como vemos, muy efectiva. Ellos mismos suplen al estado con su brutalidad sin ser estorbados, lo que retrata al estado que no ve necesidad de intervenir.

El último cuento, muy corto, dedicado al extremo absurdo de la rutina de un día cualquiera. Muy expresivo, como todos, pero directo como no lo hay otro en este libro de cuentos de múltiples lecturas. 

El regusto que me dejó este libro es el de una muy eficaz despliegue de sentimientos elaborados con descripciones certeras, libres de palabras superfluas, y con metáforas candentes ante los ojos, casi explosivas, de la vida diaria. En contraste, encontramos los refugios que encuentra la niña en su imaginación con los mismos elementos de la vida que la rodean. Creo que son sentimientos tal vez muy elaborados, miradas muy perspicaces para una niña, pero tremendamente evocadoras para cualquier adulto que se precie de serlo, ya sea a 40 minutos de Timisoara en coche o al otro lado del mundo. Así es el poder evocador, liberador y universal de Herta Müller en este libro.

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