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lunes, 2 de julio de 2018

EL MAQUIS FRANCES EN JUNIO DE 1944. COMBATIENTES EN LA SOMBRA, de Robert Gildea

EL MAQUIS FRANCES EN JUNIO DE 1944. COMBATIENTES EN LA SOMBRA, de Robert Gildea

    "En el ataque de la noche del 7 junio, Eleouet fue herido en el rostro y murieron cuarenta alemanes. Los maquis se replegaron rápidamente al bosque, pero la División Das Reich, procedente del sudoeste, llegó a Tulle.
    Los alemanes creían que los «terroristas» tenían cómplices en la ciudad que debían ser castigados a modo de escarmiento. A primeras horas del 9 de junio, la población masculina de Tulle fue concentrada en la plaza. Muchos de ellos eran trabajadores de la fábrica de armamentos, de la de ingeniería de precisión y de las instalaciones de gas de la localidad. Su documentación fue inspeccionada en presencia del alcalde y se dejó marchar a trabajadores clave, como los ferroviarios, electricistas, médicos y farmacéuticos. El alcalde solicitó que se dejara marchar también a otras categorías de trabajadores: los empleados de la prefectura y del Ayuntamiento, correos y del gas, los artesanos, mecánicos y carniceros. A algunos se les permitió irse y a otros se les hizo volver. Unos quinientos, en su mayoría jóvenes, quedaron en la plaza y fueron divididos en tres columnas. El maestro local, Antoine Soulier, describió cómo «el siniestro Walter», cabeza de la Gestapo en Tulle, «con la cabeza descubierta y su pelo largo peinado hacia atrás, los ojos entrecerrados, sin agallas, con un gabán largo con flecos sin otra identificación que la insignia de las SS en la manga derecha», fue de un grupo a otro interrogando a individuos, dirigiéndose a ellos en un francés impecable y «de vez en cuando, con un gesto del dedo índice, enviaba a algún desgraciado a la columna de en medio».
   Mientras sucedía esto, los soldados alemanes estaban requisando cuerdas y escaleras de tiendas de la localidad, y amarraron las cuerdas a los balcones de la calle principal, que daba al río Corrèze. A mediodía se puso una notificación que decía que puesto que cuarenta alemanes habían sido asesinados por bandas comunistas, ciento veinte maquisards y sus cómplices iban a ser ejecutados. Las ejecuciones comenzaron hacia las 17:00. La columna de en medio, «un bloque compacto, como una melé de rugby», fue empujada rápidamente hacia las escaleras que aquellos hombres, con las manos atadas a la espalda, fueron obligados a subir. Soulier lo describió así:
    Cae una escalera, se oye un disparo, un ser cae en el vacío. La escena se desarrolló como si se tratara de una fiesta local. Un acordeón tocaba música de acompañamiento. En el café Tivoli, bajo la sombra de los plátanos, los oficiales alemanes tomaban refrigerios y flirteaban con una mujer muy conocida en Tulle, la intérprete de la fábrica de armamentos.
    Noventa y nueve hombres, entre ellos el hijo del propio Soulier, estudiante de Matemáticas en el Lycée Louis-le-Grand de París, fueron ahorcados. Los demás eran obreros de las fábricas de armamento e ingeniería, artesanos, dependientes, oficinistas y estudiantes. Veinticinco de ellos tenían entre dieiciocho y veinticinco años y siete de ellos eran menores de dieciocho años. Los hombres restantes que estaban en la plaza, «petrificados de terror», fueron encerrados en la fábrica de armamentos por la noche y al día siguiente más de trescientos de ellos fueron transportados a Limoges, desde donde ciento cuarenta y nueve fueron deportados a Alemania.
    A más de setecientos veinte kilómetros de allí, en las Ardenas francesas, cerca de la frontera con Bélgica, se estaba formando otro maquis de desastrosas consecuencias. Se suponía que el llamado «plan Paul», ideado por antiguos dirigentes del Ejército Secreto, iba a establecer una red de maquis desde Nancy, en Lorena, y Charleville-Mézières, en las Ardenas, a Reims y el sur de París, que iba a entorpecer el avance de las fuerzas alemanas desde el este a hacia Normandía. Uno de estos maquis fue establecido en Revin, en el bosque de las Ardenas y fue el objetivo de una misión Jedburgh, llamada «Citronelle» en clave, el 12 de abril de 1944. Jacques de Bollardière, que se había unido a las fuerzas de la Francia Libre en 1940 y había sido herido durante la campaña libia, fue lanzado en paracaídas junto a un oficial estadounidense y otro británico. El comandante local del maquis era Robert Charton, de veinticuatro años de edad, empleado de la banca Société Générale que había servido brevemente en el Ejército en 1940. Arrebatado por la emoción del 6 de junio, introdujo a doscientos hombres sin experiencia en el corazón del maquis, lo que incrementó el número de estos hasta los trescientos: «Era una locura —dijo más tarde uno de sus superiores—, porque aquellos jóvenes no tenían ropa adecuada ni armamento. Los maquis no tenían los medios para ocuparse de todos ellos de golpe», pero ahora tuvieron que equiparlos, alimentarlos y entrenarlos como mejor supieran. Carentes de disciplina, uno de los maquis se fue a su casa a contarle a su mujer enferma dónde estaba, y fue capturado e interrogado por los alemanes. El bosque estaba rodeado ahora por tres mil alemanes de una división Panzer, que atacó a los maquis el 12 de junio. Aquella noche, algunos maquisards, encabezados por Jacques de Bollardière, lograron encontrar una vía de escapatoria a través de las líneas enemigas. Otros, menos afortunados, fueron apresados por los alemanes, golpeados con palos y culatas de fusil, y luego fusilados: ciento seis cadáveres fueron arrojados a unas fosas poco profundas"

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