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domingo, 16 de noviembre de 2014

EL TURISMO

    ¿Como conseguir la foto de abajo sin que te pase lo de la foto de arriba?
    Subes a una montaña como Larrun, al lado de Donosti, porque te parece que las vistas serán estupendas y al llegar arriba encuentras que no solo eres poco original, sino que aquello es un lio de cable y antenas. ¿Donde esta toda la mitología del lugar? La hubo, y se perdió. El magnifico arbolado que rodea la iglesia de San Clemente en Boi, al norte de Lleida, se lo ha comido un conjunto de edificaciones en torno a la bella iglesia, para menosprecio del otoño que se posa en sus ramas. Hubo un lugar bello, que perdió su esencia. 
    Si vas a Antelope Canyon, en el estado de Utah, va a ser dificil que disfrutes de la belleza del cañón sin tropezar con más de cuatro turistas. Los navajos lo administran y la producción de riqueza que ahí tienen es como el de una veta del preciado metal de los tiempos de la Fiebre del Oro. Sin darle al pico ni a la pala, sin mancharse demasiado. El boca a boca lo hace todo, es maravilloso. Las fotos de internet son un gancho. Es cierto que, además, el lugar lo merece. Sin embargo es más que discutible el trato que recibe el visitante: cuando has pasado por taquilla y te asignan el 4x4 desciendes a turista. Cuando has atravesado las arenas del lecho del río y el vehículo se detiene frente a la hendidura en la roca, ya te puedes considerar un mero consumidor de espectáculos naturales. La cuestión es satisfacer la demanda: si todos quieren entrar, hay que meterlos; la gente lo pide. Sin embargo la gante también pide que les des una experiencia satisfactoria: sin estrés, sin dar y recibir empujones, con tiempo para asimilar,... La mayoría de las veces la queja esta en la boca pero, qué diablos: ¡ya podemos decir que hemos estado! Incluso tal vez hicimos una foto decente.

    Con el tiempo y el dinero que empleamos en nuestras vacaciones, incluso con la ilusión con que algunos las vivimos, no deberíamos ser menos exigentes que en otras facetas de la vida y exigir de ellas una compensación real y duradera a largo plazo. Es una buena estrategia madurar como personas completas, y saber que es lo que realmente nos satisface en nuestro tiempo libre es un buen criterio a la hora de relativizar todo lo que se nos vende como "lo que no puedes dejar de ver de un lugar", o "el top 10 de tal sitio". 

   Es frecuente que lugares muy conocidos tengan un punto especial, pero si te meten a toda prisa en una cueva, si te sacan de la cumbre muy pronto, si te recomiendan que no hagas esto o lo otro por el tema del seguro de accidentes... estas perdiendo ese punto: a veces se pasa sin darte cuenta. Lugares tan especiales quedan arrasados por "la dicha" de haber estado, convertirnos en un numero más en la estadística. Cuántas veces no nos hemos sentido así en un buen numero de lugares. Lo que se convierte en habito, no debería ser lo deseable: por encima de los ingresos, debería primar la experiencia de quien acude a un lugar de estos. Recuerdo demasiadas veces sentirme traído y llevado como ganado en lugares como la cueva de El Soplao.
    Es la paradoja del sistema: todo lo que triunfa en este aspecto, es signo de que se hecha a perder.

    El ejemplo contrario seria la gestión que el gobierno norteamericano hace de Coyote Buttes, en concreto para ver La Ola (The Wave): cada día solo entran 20 personas, 10 por sorteo el día anterior y otros 10 por sorteo unos meses antes por internet. La idea es limitar el aforo por la conservación del lugar y por la calidad de la experiencia dentro del lugar.

    Sea cual sea el número, debería ser ese el criterio: dar cabida a un numero menor de personas a aquellos lugares tan masificados y dar la oportunidad de planificarlo por internet. Esto ultimo podría parecer algo establecido, pero no es cierto en ocasiones: otro lugar masificado como el Gouffre de Padirac (Francia) este verano, no permitía planificar el viaje y reservar con antelación por Internet. Yo no fui elegido por la fortuna del sorteo de The Wave: prefiero no verlo a que aquello se convierta en una calle tipica de los Sanfermines... Así no. La otra opción es descongestionar tantos lugares señalados con el dedo de la publicidad, y trabajarnos un poco más anivel personal los lugares a los que queremos ir, hacernos nuestras propias rutas, saber qué nos interesa de verdad, qué buscamos, y no comprar todo aquello que nos vende a nivel turistico. De esa manera, relativizaremos el hecho de ir o no a Antelope Canyon o subir a la Torre Eiffel (¡Como si Paris solo fuese la Torre Eiffel!). En definitiva, que hay experiencias en otros lugares poco frecuentados capaces de competir con muchos de los lugares mas visitados de un país.

    Lo que cuenta no es el hecho de haber estado o no, lo que cuenta es como fuimos, la experiencia que nos hemos llevado. Relativizar todo lo que nos venden en viajes y ocio es como saber que quiero realmente: ir porque van todos, o ir porque busco algo concreto.

    Por cierto, la diferencia entre la foto de abajo y la de arriba es que los que estabamos en el grupo de abajo pagamos 80 dolares y los que van en masa pagan menos

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