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lunes, 1 de abril de 2013

ESTRELLAS EN EL ANNAPURNA, de Simone Moro.

    Casi todos los libros de viaje están escritos a base de recuerdos, pero en Estrellas en el Annapurna la memoria lo es todo. Porque es la herramienta de Simone para fijar entre las estrellas del alpinismo, para siempre, a su amigo kazajo Anatoli Bukreev. Simone lo admiraba:

    "El comportamiento altruista en las alturas y en situaciones difíciles es una cosa rara. En algunos casos, la falta de generosidad se convierte en indiferencia pura y ha habido episodios bien conocidos de montañeros que, ante las dificultades, han abandonado a sus compañeros o se han negado a ayudarles por dar prioridad a sus propias ambiciones.
    Este ruso, por el contrario, tenía un corazón tan grande como las montañas que escalaba...".

    En su libro, Simone cuenta lo imprescindible de si mismo. Nos habla de sus inicios en Bergamo, cuando estando asegurado, se tiraba al vacío durante la escalada para perder el miedo a las caídas  Relata sus primeras expediciones en la cara sur del Aconcagua en invierno. En Cerro Torre y el Fitz Roy. En una expedición al Everest lo salvaron de un edema cerebral, y 10 años después sería él quien salvaría la vida a un inglés en el mismo lugar. Son relatos cortos pero muy entretenidos.

    El encuentro con Anatoli se produjo en el Sisha Pagma. Congeniaron tan rápido que Simone fue a visitarlo a su casa en EEUU. Compartían el mismo sentido de la vida y de la montaña. De allí quedaron en verse en el campo base del Everest para hacer la travesía Lhotse Everest. Anatoli vivia de su trabajo como guia, mientras Simone se buscaba también patrocinios. Compartieron permiso con un equipo de rusos, entre los que estaban Babanov, con quien coincidio en la cumbre , y Baskirov, que murió agotado. Anatoli también lo pasó mal, pero volvió con Simone tras la cumbre y sin hacer la travesía porque la meteo se puso imposible. Para los dos era su segunda vez en la cima. Simone era el más tecnico, y Anatoli conocía más esas montañas y era más fuerte.

    Después de echar un rapapolvo a Jon Krakauer por su libro Mal de altura (la tragedia de 1996 en Everest, en la que estuvo Anatoli salvando vidas), Simone plantea como surgió la idea de hacer la invernal del Annapurna por la cara sur: una forma de olvidarse de los aspectos comerciales de las expediciones. Los dos fueron muy escasos de presupuesto.
    Uno de los detalles del relato es que Simone tiene un recuerdo detallado de muchos momentos concretos de su vida. Cuanto se refiere a Anatoli es una sucesión de situaciones en las que él se sintió compenetrado aun cuando discutían. La preparación de material en Katmandu, levantar el campo base, las continuas nevadas que cada dia borran el camino abierto en la nieve. Con ellos estaba Dimitri, un buen escalador que les iba a grabar en video. Olvidaron la via planeada por acercarse al Annapurna Fang y de allí la cresta hasta el Annapurna I buscando la forma más segura de ascender, pero aun asi, a 6300 m, sobrevino el desastre. De los 3, solo Simone Moro salvó la vida milagrosamente, pero parece que por su mente transcurre la cinta de video que recuerda todas esas horas de supervivencia. Una caida de 800 bajo la avalancha lo deja vivo.
    Simone no parece apreciar mucho la prensa por cuanto tiene de sensacionalismo, y evita incluso dar su explicación de otros sucesos anteriores por ello mismo. El es dueño de sus palabras y de su silencio. Esos titulares de "la montaña devoradora de hombres" sabe que son irreales, que no sirven más que para el morbo y el marketing. La montaña no hace nada a los hombres, en todo caso sería al revés. Incluso a esta "Diosa de la Abundancia", que ha sido de la tumba de gente tan querida como Iñaki Ochoa de Olza

    Si el recuerdo perdura en Simone, es porque Anatoli, "Toli", le ayudó a ser mejor persona y mejor escalador.

ESTRELLAS EN EL ANNAPURNA, de Simone Moro, Ediciones Desnivel, 2011, 154 páginas







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