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martes, 16 de septiembre de 2025

UN ADOLESCENTE EN LA RETAGUARDIA, de Placido Maria Gil Imirizaldu

 UN ADOLESCENTE EN LA RETAGUARDIA, de Placido Maria Gil Imirizaldu


Buscando recuerdos de la gente que pasó por el siglo XX español, encuentro un ejemplar que viene a cubrir la carencia en mi biblioteca de memorias del bando nacional o de simpatizantes del franquismo en este blog. Sí había leido algunas que no he reseñado, pero esta historia en concreto es peculiar e importante. Por un lado el autor era un chaval de 16 años al que le tocó el 18 de julio de 1936 estudiando teología en el convento de los monjes benedictinos del Monasterio de El Pueyo, Huesca. De familia navarra (Lumbier) era una vocación muy clara que las vicisitudes de la guerra civil no impidieron. Como él mismo cuenta, le sirvió para tenerlo más claro el día que regresó a la clausura del monasterio de Valvanera cuando cuando aún no se podía llegar en coche. Acabó sus días en otro monasterio, el de Leyre, donde compré este ejemplar.

Fue testigo de un hecho brutal: el asesinato en Barbastro de los monjes de su monasterio (18), de escolapios (9) y de los claretianos (51) de la ciudad. Los culpables fueron los anarquistas, que se cebaron con estos hombres por motivos ideológicos. En realidad, mataron al 10% de los vecinos. Una sangría, incluida la del obispo. No se lo merecían. Desde luego, los benedictinos no tenían ni propiedades extensas ni habían cometido delito alguno. Y supongo que el resto tampoco. Placido, que se cambió de nombre por el de Miguel al hacerse monje, describe el horror de las sacas de religiosos, que algunos se escaparon por ser argentinos, y los más jóvenes como él por ser menores de edad. Tengo una anécdota propia al respecto, y es que hace unos 20 años un amigo me contó esta historia de los monjes de Barbastro: fui al colegio de los claretianos. No había  visitas en ese momento a los lugares que se conservan del edificio con las marcas de aquellos sucesos en las paredes, pero conseguí que un monje navarro me lo enseñara y me contara esta historia incluso mejor de lo que se cuenta en este libro. Recuerdo cosas que el autor no dice. Por supuesto, allí mantienen el recuerdo de los asesinados como martires. El autor lo escribió muchas décadas después.

En mi caso, tenia interes por esta historia tan dura. En el libro Placido cuenta cómo hizo para sobrevivir después hasta regresar con su familia, que lo daba por muerto, hacia el final de la guerra. Mientras sobrevivió porque no dejaba de ser un chico sin nadie a quien acudir, sin familia cercana, bastante verde en las cosas terrenales. Así que se tuvo que poner las pilas y salir adelante con la simpatía que suele concitar la gente asi, buena pero desamparada. Placido reconoce que aunque esta gente fuera simpatizante de la república, no merecía la suerte que se estaba llevando. Lo mismo que cuenta alguna calamidad del ejército nacional, como lo es utilizar a los civiles como escudos humanos. Su corazón está con los nacionales, pero sabe lo que está mal, y aun mejor lo que está bien. No parecía bueno estar ocioso cerca del frente de guerra, dependiendo de la gente que asesinó a sus amigos, así que tomo los trabajos que se le fueron presentando de manera que le alejaran de los tiros. Conforme el bando nacional expulsaba de sus posiciones a los republicanos, Plácido también dejó su trabajo de camarero en Calpe y acabó en Lérida ayudando en la granja de una amplia y fraternal familia, a la espera de que alli tambien llegaran los sublevados y poder regresar con su familia y su orden religiosa. El enclave era Poal, en el Pla d'Urgell. Unos días de salvas de artillería y combates aéreos y es lo que ocurrió.

Para algunos lo más sobresaliente es la causa mártir, el aspecto místico, de la que Plácido fue testigo. Para mi no. Lo que he buscado son las experiencias de vida de Plácido, incluidos los asesinatos de Barbastro, los bombardeos, los ejemplos de curas que renuncian a su religión o los que la mantienen, la vida de los civiles, los movimientos de tropas en la retaguardia... Ha habido comunistas que murieron defendiendo sus ideales y a sus compañeros. Lo mismo ocurre siempre con gente muy ideologizada. ¿Fanáticos? En cualquier caso nada justificaba lo que hicieron a estos monjes, ya fueran fanáticos de su fe o no. De serlo era su problema. Lo que parece claro es que la gente que los asesinó sí eran fanáticos, en este caso anarquistas. Como el hombre que matara a un conocido de su pueblo solo por ser rojo (algo típico de Navarra donde no hubo guerra pero si represion, y bien dura), así lo cuenta también. Hicieron algo imperdonable. Algo que no se justifica porque en esa guerra, antes y después de ella, se hicieran cosas lamentables, por un motivo o el contrario. Lo que está mal, está mal lo haga quien lo haga. Y se cuenta.

Se nota que Plácido escribió desde su mentalidad de monje, en la que muchas cosas, como los usos y costumbres de un religioso, tenían un peso importe. Desde mi punto de vista es desmesurado, cosas que para muchos son una barrera entre ellos y cualquier dios o trascendencia. Hábitos de vida por los que unos perderían la vida y a otros les parece incomprensible. El chico que lo vivió en el 36 no es el hombre que escribió en 2006. Siendo honestos, y sin salirnos del marco temporal, no puede ser de otra manera que hacer las reflexiones de aquel chico, lo que vio, escuchó y pensó. A eso se atiene, y me alegra esa honestidad. Las reflexiones posteriores tienen otro libro, no este, y también están en la librería del monasterio de Leyre.

lunes, 15 de septiembre de 2025

UNA BENDICIÓN, de Toni Morrison

UNA BENDICIÓN, de Toni Morrison 


Una bendición (2009) es muy distinta a las primeras novelas que escribió Morrison, pero no tan diferente de Beloved. Por que es una novela histórica (finales del siglo XVII), con aventuras (los viajes de sus protagonistas, o una caza frustrada de una osa a dos esclavos blancos) y una interpretación de los valores sociales de Maryland y, por tanto, de las Trece Colonias: la industria de la esclavitud, la función social del sistema de grupos religiosos (católicos, protestantes, baptistas, etc) a cual más sectario, el racismo que lo impregna con sus variantes y matices. Y después la madre Naturaleza zarandeándolos a todos por igual.

El asunto que trae de cabeza a los personajes es el estado de la granja, el negocio de Jacob Vaark que la viruela ha asolado: ha muerto el patrón, y queda por salvar a su mujer Rebekka, en estado crítico. Para ello envían a la negra Florens a por un herrero que es también "médico". Por tanto, tenemos un matrimonio con tres esclavas de diverso origen (Lina, Dolor y Florens), dos esclavos blancos (Willard y Scully) y cuatro tumbas cercanas (los hijos perdidos). El relato unas veces sigue a Jacob. Otras veces se mete en la mente de una india esclava de Jacob, Lina, muy perspicaz y sobre la que realmente reposa la organización de la granja. Pero también está Dolor, no muy lista. Hay mucha animosidad entre los adeptos católicos y los baptistas; a fin de cuentas, esos colonos son variopintos coletazos de las Guerras de Religión que por entonces acababan en Europa. Cuando Jakob muere la comunidad de colonos les da la espalda por ser librepensadores: sin afiliación por religión, país de origen o trabajo. La autora nos hace sentir todo el peso de la incertidumbre de los esclavos que, sin el refugio de una estructura protectora (Jakob parecía un buen amo) pueden caer en los engranajes de un sistema capitalista brutal. 

Los temas son variados, a veces Rebekka y Lina hablan de Dios (desde la precariedad de sus vidas), a veces se nos describe la sociedad inglesa del siglo XVII (en las colonias y en Londres como comparación), de una brutalidad que sonroja frente a los peligros de las colonias. Habrá amor entre un par de personajes y fanatismo dentro de ciertas sectas religiosas.

No solo la gente de color es la esclava, también los europeos pobres (Scully y Willard) que, al llegar, tienen una deuda por el pasaje que les mantiene en esa situación hasta que la saldan. Incluso esas deudas se heredan, o incluso se puede alquilar a un hijo para pagar una deuda durante años. Un mundo escalofriante. 

El viaje de Florens en busca del herrero, de quien está enamorada hasta el aturdimiento, es la última esperanza para los habitantes de esa granja. Aunque no todos en esa casa lo ven así, y he aquí un nuevo conflicto en esta historia. Lina, por ejemplo, hace comentarios muy agudos sobre el mal que arrastran los blancos desde Europa y el mal que reproducen en lo que fue su tierra y de la que está expropiada material y emocionalmente. Lina es de una tribu india arrasada. Florens, sin embargo, se siente, y lo cuenta con un lenguaje muy poético en primera persona, otra expropiada de si misma, endurecida tanto como enamorada. Aún dispuesta a un futuro mejor por su juventud. Dolor también va adquiriendo con el pasar de las páginas su propio discurso. Rebekka, Scully y Willard lo adquieren en menor medida. En realidad, cuando entramos en la intimidad de los esclavos de Jacob, que al menos ocupan un capítulo por cada uno de ellos, estamos entrando en la intimidad de los mas desfavorecidos entre los desfavorecidos del sistema colonial. De eso va el libro, de esa industria de la deshumanización. Y no solo lo circunscribe a Virginia o Maryland, también a sus precedentes en Inglaterra o sus espigones entre los mismos negros que venden a otros negros en África. 

Hay dos ideas que levantan el relato: la esperanza puesta en el herrero para que las esclavas no cambien de manos y vivan mucho peor. Y el hecho de que las relaciones sexuales están por todas partes. Las mujeres lo necesitan para sobrevivir, los hombres lo hacen porque pueden. Las esclavas son violadas, no les queda más remedio. Aquí no hay diferencia social que evite la violencia sexual. Se hace y punto. En el relato se llama corrupción: del alma? De las costumbres? Del sistema? De todo un poco. También queda evidente que el origen de la orgullosa e incipiente economía de América es muy censurable. En nada mejora el peor ejemplo europeo pues sigue habiendo menos no esclavizados. La mayoría de los colonos libres se dibujan como corruptos y fanáticos muchas veces. 

Todo lo susceptible de ser utilizado se esclaviza, da igual su color o procedencia.  Tal vez por efecto de la religión, la vida se defiende. Pero a partir de ahí, el cómo esta vida se desarrolle queda a merced de la suerte que te toque en vida. Parece ser esto una veda abierta para cometer todos los maltratos posibles al prójimo. El concepto de familia que, en el mejor momento de la granja de Jacob, mantienen sus integrantes, se descompone en el momento en el que muere el patrón. Jakob los ha reunido desde distintos orígenes entablando una convivencia no igualitaria pero sí conveniente. Al faltar Jacob, se abrió la veda. 

El libro comienza con un discurso Florens muy enigmático. Me gustó volver a leerlo acabado el libro porque lo entendí mejor. Morrison suele empezar con capítulos desafiantes. Luego, en el segundo capítulo, Florens es elegida por Jacob en unas determinadas circunstancias y el libro acaba con la madre de Florens alentando la vida y la felicidad de esta hija con su propio sacrificio, el de su propia maternidad sobre Florens en un recuerdo del embarque en la costa africana, su llegada a Barbados y su posterior traslado a Virginia, adquirida para la industria del tabaco. Tanto en el primer como en el último capítulo, asistimos a la descripción de la esclavitud desde la intimidad de una esclava con un profundo lirismo. Es una humanización de los esclavos de cualquier color que no termina nunca de llegar al resto de oprimidos porque este sistema de explotación agropecuaria, en los orígenes del capitalismo, lo bloquea. 

Morrison, al llevarnos a estos emplazamientos geográficos, parece escenificar las dos teorías que ayudan a explicar como lo blanco ha impuesto sus normas al resto de personas de otras culturas y color de piel: unos lo explican desde los valores sociales de la inglaterra isabelina, es decir, un origen extranjero. La otra teoría lo explica como mecanismo para que esclavos negros y esclavos europeos nunca se unieran contra la clase dirigente, sino que la rabia de unos se dirigiera contra la clase social paralela, no la de arriba. Morrison lo ha clavado con la excusa de la religión por medio. Tras la rebelión de Bacon de 1676, la Asamblea de Virginia aprobó unas cuantas leyes destinadas a fomentar el desprecio de los blancos por los negros y los indios. Dichas leyes no mejoraron sustancialmente la vida de estos pobres blancos, pero les daba ventajas de prestigio y sociales frente a negros e indios al alinearse junto a sus patronos anglosajones. En mi humilde opinión, creo que así se entiende gran parte del libro, porque desde esa esa estructura de diferencias clasistas ella va tejiendo la madeja de intimidades personales entrelazadas dentro de la granja.

domingo, 14 de septiembre de 2025

MI PATRIA ERA UNA SEMILLA DE MANZANA, de Herta Müller

MI PATRIA ERA UNA SEMILLA DE MANZANA, de Herta Müller

Tenemos la biografia de Herta Müller (1953) a modo de preguntas que su interlocutora le dirige y con las que ella se explica a sus anchas. Creo que es un libro estupendo para aclarar muchas cosas de esta gran escritora, tan peculiar. El interés, en mi caso venía por conocer más su vida. sus orígenes, qué piensa de Alemania una vez exiliada. Muller nos habla de su infancia, de cómo se avino a darle vueltas a las palabras, a comparar las mismas con su equivalente rumano. De su adolescencia, de sus padres, del ambiente del pueblo y su marcha a estudiar a Timisoara. Después llegan los años de trabajo y el segundo gran encontronazo con la vida: el choque con el estado en forma de agentes estatales de seguridad nacional. Por rechazar la extorsión su vida se volvió altamente tóxica pero también originó su primera novela, En tierras bajas. Y así hasta que pasa por el centro detencion de Nuremberg, primera parada del exilio, para no regresar a su país mientras todo fuera igual en Rumania. Echa pestes de este país, ella puede hacerlo, lo ha pagado de sobra.

Lo otro que me ha gustado es la forma en que desvela el origen de su narrativa. A veces resulta difícil leer sus libros, pero es que hay un trabajo poético y una selección de palabras tan trabajada que merece nuestra atención, y mi admiración. Müller da lecciones de narrativa y de vida sin pretenderlo. Digamos que si ganó cosas por el camino, perdió muchas otras: indudablemente valora la libertad sobre la necesidad, eso en un régimen comunista más cercano a Corea del Norte que a la URSS. Un régimen que convertía lo más personal de una persona en algo tan político como un titular de prensa. Una invasión de la intimidad brutal. A veces me ha recordado cierto rasgos actuales de los EEUU o de la tecnología actual que anula el sentido de la privacidad.

Sus novelas, poemas y collages caminan sobre los obstáculos oficiales y oficiosos hacia la libertad interior y la exterior, huyendo de la intimidación y la sensación de vivir insensibilizados o en peligro constante por su vida. Busca la belleza de la frase en medio de la uniformidad oficial que se exige, lo cual era la manera de tener bajo control el miedo que sentía. Es capaz de descomponer una imagen en detalles concretos para darle la vuelta a la imagen. Desmitifica algunos de los tópicos acerca de los escritores y los libros ("la literatura no cura nada, lo que no me queda más remedio que hacer es mirar las cosas cada vez con ojos distintos". Una frase más real que las almibaradas bobadas de las redes sociales. Una frase antiinstagram. Me encanta y la hago mía: "Conservar la integridad en el ámbito privado implica fracasar en el ámbito público"). Da parte de algunos de sus libros, y eso es bastante estimulante para contrastar con las ideas que he sacado de alguno de ellos.

"La Mirada Distinta es para mí la mirada víctima de las amenazas, la forma de mirar desde el miedo. Y tal vez no implica solo el miedo, sino también la sensación de estar completamente desamparado porque nada se puede dar por seguro. Porque te ves obligado a analizar el fondo de las cosas hasta a tal extremo que luego no alcanzas a levantar la cabeza. Porque ni un solo instante de tus días transcurre con naturalidad y sin trabas. Porque llegas tanto al fondo de las cosas que luego siempre estás demasiado hundido en ellas. Y yo todo eso ya lo traía conmigo desde Rumanía."

En definitiva, Herta Müller es una de las escritoras que con más certeza del valor y de las herramientas de su trabajo he conocido nunca. Dices cosas buenas de ella, y te quedas corto o te olvidas de algo aún mejor que lo ya mencionado.