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lunes, 5 de junio de 2023

LA TIERRA QUE VIO NACER EL BLUES, de Alan Lomax

LA TIERRA QUE VIO NACER EL BLUES, Alan Lomax



El blues legendario es una música que anuda en sus expresión un montón de sentimientos, historias de crímenes, humillaciones, erotismo, hambre de sexo, esperanzas, trabajos mal pagados, violaciones... es una cultura segregada de EEUU por sus orígenes africanos, y de una riqueza mucho mayor de la que imaginamos escuchando un disco cualquiera. Empezando por eliminar malentedidos: el blues original de verdad no es Eric Clapton y compañía. Es una expresión de un pueblo oprimido. El libro empieza y acaba igual, con un Lomax, un joven blanco de Texas, sabio como pocos en su género, tratado como cualquier aparcero negro a empujones por la policía cuando lo encontraban en ambientes de negros buscando músicos de blues. Eso es el sentimiento del blues.

Este libro está muy por encima de películas y documentales típicos sobre el blues por dos motivos al menos (recuerdo la saga de Martin Scorsese): esta alejado de un intento comercial de dar a conocer el blues, por lo que este libro hila muy fino, y se nota la mano de un etnomusicólogo como Lomax: por ejemplo, explica donde están las similitudes entre el blues y los ritmos de África en cuanto a música y baile. Y por otro lado, presta mucha atención a las situaciones sociales y económicas de las que nace el blues, tanto el legendario de las plantaciones como el posterior. Si tuviera que elegir páginas de este libro, diría que los dos últimos capítulos son fabulosos en este aspecto, y demoledores. La conversación entre Memphis Slim y Big Bill Broonzy, incluso tal como acabó aquella sesión en New York el año 1948, lo dice todo.
JOSÉ MARÍA RODRÍGUEZ AFILADOR E CAPADOR DE PORCOS E ALAN  LOMAX
Jose Maria Rodriguez, capador de cerdos
 y afilador, y Alan Lomax, en Ourense, Galicia


Es tal el conocimiento que tiene Lomax de los orígenes blues que fácilmente se nos plantean algunas dudas sobre la idea habitual que todos los fans del género guardamos: ¿el blues más popular guarda relación con el blues original? ¿Qué han sacrificado el rock'n'roll y otros derivados del blues para llegar a una amplia multitud? ¿Se puede encontrar en fenómenos de masas alguna originalidad concreta? ¿O es que la mejor música, la más trabajada y original, se encuentra fuera de las listas de éxitos? ¿Hay vida musical fuera de Spotify? Creo que una de las grandes cuestiones que plantea un estudioso del tema como es Lomax es esta: la pérdida de originalidad, y de riqueza de matices en favor de una homogeneización global de la música. La reconversión en una industria de masas para obtener éxitos repetitivos.

Si vamos capitulo tras capitulo, asistimos a los viajes de Lomax por el Delta del Mississipi. Un viaje buscando las esencias del Blues, la tristeza original y la nostalgia de algo mejor. Tiene la suficiente cultura folclórica y musical como para comparar el blues con ritmos de Nigeria o el cante hondo español porque recorrió muchos países haciendo grabaciones y estudios, recorrió España en los 50 y llegó a lugares como Yebra de Basa, en el Pirineo. Es el tipo que nos ha regalado una comprensión de esta cultura que hasta muchos profesionales de EEUU han olvidado por la simpleza de la globalización,  por la influencia de la cultura anglosajona y por el mismo correr de las generaciones.

Lomax se metía  por ambientes musicales del sur buscando un puñado de músicos aventajados. De allí salían canciones grabadas en acetato y aluminios, la descripción de nuevos estilos de baile como el ragtime o los ritmos musicales como el gospel, y también interesantes historias humanas de esta gente humillada y ninguneada por las autoridades. Todavía no he visto película con la sinceridad y el conocimiento al detalle de estas páginas.

Hay muchas historias particulares que llegan en las reuniones con negros a los oídos de Lomax y que él recuerda, al escribir este libro en los 90, con la ayuda de los discos donde quedaron grabadas esas historias personales que van saliendo en las reuniones. Es una historia típica, casi un género aparte, la de los reverendos, los ministros de alguna iglesia y los chistes sobre su apetito sexual desaforado, por ejemplo. Pero también cómo se convirtieron en organizadores de la masa social e interlocutores con las autoridades blancas, al estilo Martin Luther King generaciones después. Lo normal en cada capítulo es describir el ambiente de la grabación, presentar a los protagonistas, y describir cómo vivieron ellos por entonces, o los recuerdos de lo que les contaron a ellos de jóvenes sus amigos y parientes. Y luego la grabación con la transcripción de las letras en ingles y español, y su sentido. Son recuerdos que se remontan al periodo de la esclavitud y la emancipación. 

Sobre cómo ellos recuerdan la decadencia de los antiguos espirituales negros, las canciones de emancipación y otras donde todas las voces, mejores y peores, tenían valor propio al cantar, no como ocurrió con otros estilos como el gospel, donde priman los valores individuales sobre los de grupo, y ya no todos tienen el mismo valor al cantar, y a demás deben hacerlo de una manera concreta.

Años en los que el Sur estaba precintado a las observaciones y críticas del exterior. Un tiempo en que grabar el trato que describían los negros era tan subversivo para las autoridades sureñas que te jugabas la vida si te pillaban. 

El cuarto capítulo trata del trabajo de los negros en los paquebotes del Mississipi cargando balas de algodón, y de los trabajadores de mantenimiento ferroviario. Acaba con un mulato y sus canciones del Delta, un tipo que cuenta que hay cosas peores que ser un negro, como es ser un blanco muy pobre. A esos no los quiere nadie.

El quinto capítulo es bastante duro, pues describe la vida durante la construcción y mantenimiento de los diques en el Mississipi. Fue uno de los últimos lugares del "far west", allí donde no llegaban los agentes de la ley ni se los esperaba. El contratista, el capataz y los ayudantes de este, pistoleros, enterraron a los muertos en el mismo tajo. Un lugar muy duro, tanto que sus canciones son auténticos blues de lamento. 

El sexto habla de las canciones en los Hills, las montañas de Mississipi, con las baladas sobre negros malos, esos negros ladrones y violentos con los de su raza, pero protegidos por los blancos. Nos hace entender el éxito de Louis Armstrong cuando un negro se hace un piano de caña y la toca en su choza, y lo mismo con el arte de Son House o Muddy Waters, o el baile de Elvis Presley. Describe una noche de fiesta negra como una "casi" orgia de sensualidad y tambores. Es un capítulo con recuerdos que llegan hasta 1978, lo que le sirve para comparar el rock y otros estilos musicales con sus orígenes. Es un capítulo con menos anécdotas personales y mucha, mucha técnica musical. Y unos cuantos palos a la influencia del rock, de la mano de famosos solistas incluido Eric Clapton, sobre el auténtico blues hasta hacerlo caer en el olvido. 

El capítulo 8 nos habla de la vida que llevaban los bluesmen en general y de algunos músicos en particular, su origen pero también su originalidad, como un intento de recuperar la huella de los músicos auténticos que han sido olvidados por las posteriores estrellas del blues y el rock comercial. El más conocido, Muddy Waters, pero también Jack Owens o Sam Chatmon (todavía con el apellido de la última familia sureña esclavista que poseyó a sus abuelos), en entrevista y grabaciones con ellos

El capítulo dedicado a Big Bill Broonzy es el que, en conjunto de principio a fin, más me ha gustado. Es una entrevista a este grande del blues en los años 40, nieto de una esclava, con sus recuerdos del Delta donde se crío y su salto a Chicago, donde la música se racionalizo a través de la industria y se igualaron las canciones unas a otras. Aquí Old Bill da su opinión sobre la pérdida de lo mejor del blues.

El último capítulo proviene de una entrevista grabada en 1947, y que se publicó un año después sin el nombre de los protagonistas. En una reedición posterior, en 1990, se dijo quienes eran esos dos músicos: Memphis Slim y Big Bill Broonzy. Se pudo hacer porque ya estaban muertos... no digo más.

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