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domingo, 9 de octubre de 2022

CORAZON SOLITARIO, Tom Buk-Swienty

CORAZON SOLITARIO, Tom Buk-Swienty 


Esta no es una biografía más sobre un ciudadano alemán que, al nacer en 1921, supo lo que era el ascenso del nazismo y la II Guerra Mundial. Aqui se cumple lo que muchos dicen: la mejor historia que se puede contar es la real, que la realidad supera la ficción. Lo que hace interesante la vida de Hans Horn es que era un chico de clase media baja, como la mayoría de la gente, con intereses mejores que los de ser un cerebro vaciado de ideas propias y repleto de racismos, supremacismos y veneración por la jerarquía. Esto último parece un estigma centroeuropeo en cualquier momento del siglo XIX hasta nuestros dias. Hans, criado en ese mundo, era de los que no guardaba simpatía alguna al régimen pero tampoco lo demostraba abiertamente. Por tanto, puede contar su vida sin avergonzarse, sin ocultar zonas oscuras. El resultado es una travesía por el periodo nazi, de principio a fin, traumatica pero colosal. Una historia entretenida, emocionante y muy grande. Y si lo pienso, muy inspiradora.
Podemos encontrar una literatura de la II GUERRA MUNDIAL en sus aspectos bélicos, políticos, memorias de judíos, etc. Pero no tanto de alemanes que, de verdad de la buena, no eran ni militares de carrera ni nazis, sino gente sin fanatismos, y sin el estigma de pertenecer a una poblacion especifica. Aquí se da la suerte de que Hans era un tipo sensible y bastante culto. Herramientas notables para enjuiciar su tiempo y su situación cuando se es adoctrinado por el estado nazi, cuando se encuentra con prisioneros sovieticos, cuando cae herido y es tratado por monjas y sus especiales predilecciones, cuando asiste a la descomposición de una sociedad atemorizada por los delatores... la vida de Hans no sucumbió como otras debido a una combinación de suerte y buenas decisiones. Y en los muchos detalles que cuenta de ello esta la gracia del asunto. 
 El autor, periodista e historiador, logra poner en contexto los datos y las impresiones de Hans a la luz de lo que ahora sabemos. En 2013 recibe los manuscritos de Hans Horn, unas 5000 folios con acuarelas,  de parte de su hijo Tom Horn. ¿Se podrían resumir en un libro de 550 páginas? El resultado es un retrato de la sociedad alemana tras el tratado de Versalles vivo y cercano, sin las pretensiones de riqueza y poder que destilan los nombres más conocidos del régimen en sus biografías. Aquí vamos progresando en el periodo de entreguerras y la guerra como lo haría un ciudadano de la  militarizada Alemania. En realidad se lee como una novela: hay acciones de guerra, hay amor, hay anécdotas médicas, hay retratos sociales, hay hechos históricos...
La obra responde a algunos dilemas:
¿Cómo se hacía uno nazi? ¿De qué le servía? ¿Cómo vivían los alemanes que pudiendo ser nazis, no querían serlo? A esto responden los recuerdos de Hans Horn. 
Por otro lado, ¿que sabían los alemanes sobre campos de concentración, de exterminio, sobre deportaciones de judíos, o la degradación humana de estos últimos de forma cada vez más cruel y constante? ¿Como se vivió el desembarco de Normandia, o el atentado a Hitler en la Guarida del Lobo, entre la población civil? ¿Por qué no hubo mas rebeliones contra la autoridad si era visible el fracaso de las promesas de Hitler, y que la guerra estaba perdida? Hans, desde su propia vida, nos cuenta como vivio estas cuestiones.
Otro valor de sus memorias son los relativos al frente ruso. El llevo un diario cuando hacerlo estaba prohibido, y se han conservado muy pocos. Los relatos en el frente son, en esta ocasión, creo que muy buenos, fidedignos, y no ocupan ni la mitad del libro. Pero, listo como era, pudo emprender estudios de médico militar en lugar de volver al frente ruso. Eso sí, en el 44 se casó, como dicen los castizos, de penalti. No eran momentos para traer críos a semejante descalabro, entre bombardeos y hambre acumulada.
De estudiar medicina pasó a tratar a soldados heridos en el frente sin ninguna titulación ni conocimientos prácticos. En la fase final de la guerra, cuando la sociedad germana se hundía a pasos agigantados, fue testigo de macabros espectáculos: el hostigamiento de las autoridades nazis contra la población para no dar apariencia de rendición o de crítica al régimen, el trato a los presos de los campos de concentración, las negligencias grotescas de los nazis más fanáticos. Todo es brutal en Trencin donde ejerció, y de donde huyó. Hubo dos momentos críticos antes de su propia desmovilizacion: huir de un campo de internamiento en zona soviética, y salvar la vida en el último segundo (literalmente) antes de ser fusilado por una banda de partisanos ante la mirada tranquila de unos tanquistas norteamericanos. Todo muy de película, pero desde un recuerdo muy fresco en la memoria. 
Hans Horn acabó siendo médico de verdad en Dinamarca, con una vida provechosa pero torturada por los recuerdos. Murió en 1989, y el autor retrata sus últimos años con auténtico cariño. Da gusto leerlo.
En general, la lectura fluye entre el contexto general de la guerra y la historia personal de Hans. Es agradable, sin dramatismo ni exageraciones para conquistar al lector; la propia vida que llevó ya fue una odisea sin tener que exagerarla. El autor ha hecho amistad con el protagonista desde la lectura de sus memorias porque no era un nazi, sino un pobre chaval intentando sobrevivir a algo mucho más grande que él,  que se ve zarandeado por fuerzas demasiado grandes con las que no simpatiza pero con las que se ve incapaz de oponerse. Y esa simpatia por Hans es la que nos transmite, aunque él estuviera dentro de un uniforme de la Werhmacht. Creo que es el valor fundamental del libro. 
Un dato a la historia de Alemania:
Un 3 de octubre, hace solo 12 años, Alemania💰 terminaba de abonar los últimos pagos de deuda (69,9 millones de €) por las reparaciones de guerra e  intereses acumulados, 92 años después del fin del gran conflicto bélico. Hay que decir que en 1953 se le concedió una quita de la deuda del 62.6% del total de la deuda acumulada en los periodos de entreguerras y la posguerra. De lo contrario, el milagro económico posterior de la RFA no hubiera sido posible. 

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