Ver Viajes del Mundo en un mapa más grande

miércoles, 14 de mayo de 2014



Del libro de Antonio Muñoz Molina, CORDOBA DE LOS OMEYAS:

"Se dice que las columnas y los arcos de la mezquita de Córdoba recuerdan un bosque de palmeras: las voces sucesivas de la tradición contaban que la casa del Profeta en Medina tenía una gran sala de oración sostenida por troncos de palmera y techada con barro y palmas; junto a ella había un patio rectangular, y el edificio entero estaba rodeado por una cerca defensiva de tres metros y medio de alto y tenía la forma exacta de un cuadrado, figura que según los teólogos adeptos al pitagorismo es una de las más bellas de la geometría, porque está hecha con dos triángulos iguales y constituye el elemento generador del cubo, que es uno de los cinco cuerpos cuya perfección expresa la inteligencia divina, de modo que no es casual que la Kaaba, el monolito sagrado de los musulmanes, sea una piedra cúbica"




"En la mezquita se guardaba el ejemplar del Libro Santo, que es leído durante la oración. El que había en la de Córdoba era tan pesado que hacían falta dos hombres para levantarlo, y tenía cuatro paginas escritas por el califa Omán, que fue el tercero de los sucesores de Mahoma, y que se pinchó ligeramente un dedo mientras escribía: las manchas de unas gotas de su sangre eran todavía visibles en el manuscrito, que se guardaba, dice una crónica, en un estuche enriquecido con los adornos más delicados y extraordinarios; lo sacaba del tesoro los viernes, y se colocaba en el pupitre que le estaba reservado en el oratorio, y después que el imán lo había leído se retiraba al tesoro"




"Las naves entrecruzadas de la Mezquita de Córdoba se despliegan radialmente hacia cualquier punto cardinal, pero la posición en que se arrodillaban los fieles hacía que las miradas y las hieras iguales de las columnas confluyeran en el muro sur, el de la qibla, que designaba entre el dédalo de todos los caminos posibles el único que conducía a la Meca. Es allí, en la pared de la qibla, donde se abre el nicho vacío del mihrab, su oquedad sagrada como la de una cueva primitiva en la que resuena la voz del imán igual que la palabra divina encuentra su resonancia más intima en el corazón de cada hombre, y junto a él hay un púlpito de de maderas labradas, el mimbar, al que sube el imán para dirigir los rezos, leer el Corán y pronunciar la jutba, un sermón que no es únicamente religioso: puede ser un discurso político o una arenga en favor de la guerra santa, o la proclamación de un nuevo emir, porque el Islam es una teocracia donde no existen diferencias entre la vida civil y la religión."



"Desde el mimbar de la Mezquita de Córdoba fue anunciado el emirato de Abd-el Rahaman I, y cuando uno de sus descendientes, el tercero de su nombre, decidió reclamar para sí el titulo de califa, eligió los mimbares de todas las mezquitas de al-Andalus para anunciarlo públicamente. En la de Córdoba se bendecían las banderas de los ejércitos que iban a partir hacia la guerra, y en sus muros se colgaban como trofeos las de los cristianos derrotados"


En general, el libro de Antonio Muñoz Molina se limita a narrar esos siglos desde la debacle del 711 d C hasta la instauración de los reinos de Taifas cuando la guerra civil en el califato de Cordoba borra del mapa al ultimo descendiente de los Omeyas, la estirpe real musulmana. Libro ameno, pero básicamente de historia, que viene muy bien para situar el esplendor que queda en la ciudad en sus términos historicos. Un libro de encargo, de principios de los años 90, que se ha vuelto a reeditar recientemente.

No hay comentarios: