ESCAPAR PARA VIVIR, de Yeonmi Park
El caso de Yeonmi Park viene a ser como el de Malala en Pakistán, el de una joven que ha nacido y se ha criado en un régimen político contrario a la naturaleza humana. Te hunde, te anula y te transforma en un producto social adecuado para la supervivencia del régimen. Y lo logra en forma de cadena de producción, como se hacen los coches o las longanizas, pero con personas.
El caso de esta chica norcoreana nos habla de las particularidades de su país, tan hermético que una experiencia como la suya es de las pocas que nos llegan. Nos habla de cómo se vivía en una ciudad cerca de la frontera con China hasta finales de la primera década de nuestro siglo. La imagen idealizada que el régimen impone del país y del mandatario desde la fundación de este negocio exclusivo de unos pocos que es Corea del Norte. Una cosa surrealista, inconcebible si no fuera porque todo el que escapa cuenta cosas parecidas: el miedo a las autoridades, a la policía, la censura al hablar incluso dentro de casa, el hambre, los muertos tirados en la calle, la falta de higiene y las enfermedades. La corrupción de los funcionarios más cercanos al pueblo. Esto último es algo que la gente que puede y se lo plantea, utiliza para salir de allí cruzando el río helado que les separaba en invierno de China.
Luego viene una etapa aún más oscura, otra forma de supervivencia: vivir en China como esclava, normalmente sexual, vendida de unos a otros hasta llegar alguien concreto. Cuando huyeron Yeonmi y su madre, lo hicieron tan inocentemente que no podían ni imaginar algo así. Pensaban que las vidas fuera de su país eran como las reflejaban las cintas de VHS que circulaban de contrabando en su barrio.
Aquí es donde vemos que la autora es de otra pasta. No se deja avasallar tan fácilmente e intenta condicionar esa esclavitud a sus propios objetivos a largo plazo. Es algo que, todavía a una edad adolescente, consigue: acaba contactando con grupos cristianos dentro de China que la sacan, junto a su madre, por la frontera de Mongolia. De allí llega a su verdadero objetivo: Corea del Sur. Porque esa es otra idea de nuestra autora: nadie se queda atrás en su familia aunque sea ella quien vaya por delante.
En esta tercera fase llega otra forma de supervivencia: la desilusión ante un país que le pone muchas trabas sociales para ser otro ciudadano más. Ella y su madre salen adelante con mucho esfuerzo, superando los prejuicios propios y, sobre todo los que mantienen los surcoreanos hacia estos nuevos compatriotas. Yeonmi logró estudiar una carrera y ser el altavoz de estos ciudadanos que parten de la última posición social. Así se la ha conocido en conferencias y entrevistas por todo el mundo.
Yeonmi Park es un ejemplo notable de resistencia, audacia e inteligencias puesta al límite. De hecho, muchas se quedaron por el camino. Un camino lleno de obstáculos donde estas personas sucumben una y otra vez.
