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lunes, 11 de agosto de 2025

EL CONSERVADOR, de Nadine Gordimer

EL CONSERVADOR, de Nadine Gordimer

No conozco más que una edición de cuentos de Nadine Gordimer (1923-2014) de la editorial Gredos. Estaban bien, pero de este libro se dice que fue su obra narrativa cumbre. Es su contestación al régimen del apartheid al que se opuso aun a costa de ser censurada, como le ocurrió con este libro. Una contestación desde la intimidad del blanco dominador (aquí el protagonista es Mehring), hasta desnudarlo. Tiene dos ramas temáticas que crecen poco a poco, con otras más pequeñas, pero a mi modo de ver, las ramas son Mehring en la sociedad blanca dominante, y Mehring en la sociedad negra dominada. El primer tema son su exmujer, sus amantes, su hijo, sus colegas del mundillo de las altas finanzas, etc. El segundo tema empieza con un negro mal enterrado en su finca, y los negros que trabajan para él y los que viven cerca, por la zona de Pretoria.

Este es el tipo de libro del que, si no tienes referencias previas y lo abres por la mitad, te espanta: no entiendes nada de lo que dice. Porque es una historia que tiene unos inicios irrevocables: la narración te va metiendo más y más en la cabeza del protagonista hasta entrar en los diálogos que mantiene consigo mismo e, imaginariamente, con otras personas de su vida a las que no puede hablar directamente. El centro de todo es Mehring , un empresario sudafricano en los años 60 de barras de acero y otras cosas a nivel internacional. Un ejemplo de lo anteriormente dicho puede ser cuando está con su hijo Terry, un chaval 16 años, y le dice con la voz de la conciencia todo aquello que le es imposible decirle en voz alta: eres un idealista, un estúpido, eres un hijo de mamá, ¿y tal vez gay?. Lo mismo ocurre con su exesposa, o con su amante, aunque no estén presentes: el protagonista mantiene conversaciones con ellas de manera que les da contestaciones a los temas que le surgen en la cabeza, y ellas se encuentran (en su imaginación) como pasivos recuerdos. Pero nosotros, privilegiado espectadores, asistimos al flujo de conciencia de este empresario maduro que no se corta ni en pensar, ni en hacer (por ejemplo, meterle mano a una adolescente en el avión). Se siente con autoridad moral para juzgar a quien sea, y es a lo que asistimos en su interior con frecuencia. Esto significa dos cosas al menos: su mente está oculta a todos, y su mente no está donde está su cuerpo, o donde todos la suponen. Dicho de otra manera, Mehring es un tipo disociado con la realidad. La autora, Gordimer, utiliza en este proceso de escritura las técnicas experimentales del siglo XX. A veces, en el mismo párrafo, adviertes que se dirige a personas distintas como en una cadena de recuerdos, de justificaciones, y de recelos.

El protagonista, siendo conocido empresario sudafricano, tiene su complejidad. Todos le toman por un capitalista, pero él se reivindica como un macho alfa de la vida. Con las mujeres tiene un trato de puro deseo carnal, de uso y disfrute a cambio de que ellas critiquen su estilo de vida. Parece que a Mehring le van las que, aparentemente, no van con su forma de pensar, pero estén lo suficientemente buenas para su cama: es como una cacería apostando por lo mas difícil, porque hasta una izquierdista que tiene que escapar del país puede hacerle sentir bien en la cama. En las réplicas que el lector escucha dentro de su conciencia dirigidas a ellas como en una conversación, o como un recuerdo lejano, porque ellas no están presentes, Mehring las manipula. Ahi sale la crudeza misógina, resentida, ideológica, en realidad alberga un profundo rencor que no puede aliviar... le gusta tener todo aquello que se plantea inicialmente imposible como una cura de la autoestima. Y si no lo puede tener, como a Terry, lo devalua.

Sin embargo, Mehring mismo demuestra en sus impulsos sus limitaciones: compró una granja porque consigue exenciones fiscales con ella, pero juega a ser granjero cuando no tiene ni idea de agricultura y ganadería. Los negros que emplea, y a los que desdeña porque solo son de utilidad, pasan de él. Los indios tratan a su vez de utilizarlo. Además, se está quedando obsoleto en lo que más le duele, las mujeres. En realidad, empiezan a correr otros tiempos, esos que critica para sus adentros. No conecta con su hijo. Su exmujer vive en América. Por lo demás, los negocios son aquello que menos le ocupa salvo para justificar el tener una vida de placer. Es la metáfora del blanco en Sudáfrica: sin otro cometido que aguantar en su posición de privilegio. A veces tropiezo con rasgos de ambivalencia. Por ejemplo, con Terry puede ser paternal, un poco arrogante, pero páginas después descubres que envidia su juventud, aunque piense que se equivoca en todo. Pero lo envidia. Con la familia de origen alemán, colonialista y posiblemente también nazi, se engarza el origen del irrefrenable deseo con las mujeres, deben caer todas en sus brazos. Tiene un rancho que manejan otros, mujeres que se ríen de él y un negro enterrado de cualquier manera en su finca que es su enigma para el futuro que, todos saben, se le viene encima. Eso nos lo cuenta la narradora en tercera persona. Cada vez es más patente que estará fuera de lugar en el futuro, casi presente, de ese mundo sudafricano. Ahí está el drama de esta novela editada por primera vez en 1975. Mandela fue liberado de la cárcel en 1990. Nadine Gordimer recibió el Premio Nobel de Literatura en 1991.

¿Se está dando cuenta Mehring de lo que pasa a su alrededor? No. Mehring, en una frase, te deja de piedra con un cinismo aplastante (dales zapatos a los negros, y los querrán siempre). Y después continúa con sus monsergas como si nada. Acabo de leer a Toni Morrison, y acuso un fuerte contraste entre dos escritoras tan distintas por el mismo tema racial. Digno de un libro aparte.

Es cierto que es un libro complejo de leer por la técnica que emplea también en las descripciones del veld, minuciosas y profundamente metafóricas, y por ese flujo de conciencia endiablado que tiende a ajustar cuentas con todos y a mezclarlos en su oscuro rencor. Están esos momentos descriptivos de un lugar, o una acción, de rara intensidad. Pero si mezcla a las personas que recuerda, nunca mezcla los temas. Es un libro en el que la forma de expresión dice mucho del tipo de persona que es Mehring: el libro trata de cómo mantener el alto nivel de hedonismo sin tener un atisbo de culpa, sino al contrario, una justificación de que no hace nada malo pero que solo se puede decir a sí mismo. Gordimer, con Mehring, llega a acercarnos emotivamente a un tema profundo como el apartheid: es un capullo blanco que no te deja indiferente. En otros libros, como el Ulises, la lectura es difícil, la acabas con trabajo hasta que le cojes el punto... ¿y para qué? En mi caso, lo que se contaba en Ulises nunca me interesó. Lo que se cuenta en El conservador sí.

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