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viernes, 9 de mayo de 2025

SEÑOR KAFKA, de Bohumil Hrabal

 SEÑOR KAFKA, de Bohumil Hrabal

Libro de siete cuentos publicado en 1965 en Praga. Tiene mucho de válvula de escape desde la chusca realidad de aquel régimen, la del socialismo real. Un manojo de protagonistas, por lo general obreros de la fundición, hacen de la realidad aciaga que les ha caído encima a veces un chiste, a veces un esperpento. Con humor, con salidas de tono propias de un ambiente de trabajo duro, se reivindican como personas a las que el sistema les ha privado de tantas cosa que le son propias a la humanidad: el trabajo justo, la belleza, la libertad de conciencia, la solidaridad. Y Hrabal sabía de que hablaba porque trabajó en la siderurgia de Poldi como peón. No era este el escaparate que el régimen comunista deseaba de sus bondades, por lo que, tras la invasión soviética del 68, se prohibió su lectura y pasaba en copias, de mano en mano, furtivamente.

En mi caso, me costó entrar en estos cuentos por el estilo surrealista, una experimentación satírica que esta muy bien pero a la que yo no soy muy aficionado. Particularmente, me cuesta adaptarme a esa sucesión de escenas (o de diálogos) que no separan a los protagonistas o el lugar en el que suceden. El autor invita con ellos a entender a los individuos como una masa que, por muy distante que estén sus componentes, habla el mismo lenguaje, que se hablan unos a otros.  Al principio aturde, pero luego entiendes que es una manera original de manifestar ese cortocircuito en la comunicación social: se hablan, ¿pero se entienden? Me da la sensación de que si se saben de que hablan, todos tienen la misma experiencia, pero acaba siendo como un diálogo de sordos, es lo que hay y poco más se puede hacer. Este estilo tan poco conformista con el lector actual logra que se haga preguntas: ¿por qué ocurre esto? Estéticamente cada cuento es un retablo de collages al que, en mi opinión, hay que mirar tomando cierta distancia para leer el conjunto y entender la parte por el todo. Tal vez en 1965 los checos lo entendieran de una forma algo diferente. 

Tampoco el autor alivia la carga real de pesadumbre de los personajes, pero la hace más llevadera con el humor y algunos toques de complicidad entre ellos. Hasta en el fracaso estos perdedores encuentran un atisbo de belleza. En este aspecto, los relatos que más me gustaron son los dos últimos, ya muy cargados de nostalgia: viven en un mundo y con unos trabajos que te arrancan todo lo bueno que podrías haber sido o tenido. Cualquier pequeño detalle que haga volar por un momento la imaginación de un personaje hacia una vida mejor les impulsa un dia mas, tal vez los haga una mejor compañía para el resto. ¿Y quienes son? Una chica borracha de la que se aprovechan, un juez castigado al trabajo de la fundición, chicas que pagan por delitos en la siderurgia, una vieja que vende cartas de amor al peso, un pintor, un policía secreto caído en desgracia, unos huelguistas contra los funcionarios del sindicato, un equipo cinematográfico que viene a grabar a estos huelguistas, un albañil, un cura... El régimen no trata el trabajo como una forma de liquidar gente, como hacían los nazis en los campos de concentración, pero si lo convierte en un castigo. Lo que ve Hrabal en Poldi, con su siderurgia que saca a flote la economía estatal, es la bella Poldi. Y como lo ve, con qué ojos lo hace, es la originalidad de este libro.

En realidad, creo que el mensaje común de los cuentos es encontrar la salvación personal en una vida de mierda: la paradoja de cómo salir del sufrimiento impuesto por un estado que te vende la felicidad a golpe de decreto. Y si no, ya se encarga el de reeducarte para que, por fin, aprendas a ser feliz.

No ha resultado una lectura fácil al principio, pero luego vas viendo por donde van las cosas. Está claro que Hrabal escribía para gente que sabía de sobra de qué estaba hablando. Hay ciertos códigos de conducta de los personajes, de contexto histórico, que tal vez en 2025 no sean tan evidentes para el lector, creo que la edición adolece de esa explicación. El libro tiene 150 páginas, no hubiera costado tanto. Sin embargo, superado esto, creo que es un libro entretenido y muy valioso por las historias que cuenta y el modo original de hacerlo.

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