sábado, 19 de abril de 2025

A TODA MAQUINA, de Dervla Murphy

 A TODA MÁQUINA, de Dervla Murphy

Esta es la crónica de Dervla Murphy (1931-2022), una chica de 32 años más decidida que arriesgada. De las que meditan el viaje, por difícil que sea a priori, antes que darse por vencida debido a las dificultades. Si algo destaca este libro es decisión, obstinación ante las dificultades que se pueden superar, optimismo siempre, y una capacidad de sacar lo mejor de la gente (y de su bici llamada Roz) aunque nos parezca imposible. Tampoco es que sea siempre posible, y es que, antes de llegara Teherán, ya saco su pistola del calibre 2.5 para ahuyentar animales, ladrones y violadores. Pocas veces encuentras actitudes así. Sabe cuándo es mejor montarse en un camión y salir de un mal paso, y sabe cuándo gastar el escaso dinero con el que cuenta.

El lenguaje es llano, directo, poco dado al ensimismamiento. Sabe muy bien lo que busca en los viajes, esa complicidad humana entre personas de diferentes culturas que tienen el tiempo deseable para hablar con ella, explicarle como funcionan las cosas, intercambiar impresiones. Murphy ya había viajado a otros países europeos. Recorrió España en el 54 y el 56, parece ser que tenía cariño y comprensión por la gente de aquel país nuestro. Su crónica son los apuntes de viaje con pocas modificaciones, según confiesa. No se ha preocupado por documentarse, sino que trasplanta al papel lo que ha visto, lo que le han contado y sus impresiones. Por mucha pobreza que haya visto, intenta elevar esa humanidad en sus apreciaciones sin la mirada occidental de superioridad tan habitual. La superioridad de una sociedad está en la actitud de las personas, en cómo se trata la gente, y ella lo va subrayando entrelineas. 

Hay algunos aspectos comunes en el relato: uno, que al ser muy poco editado para la publicación, el entusiasmo por un país en seguida se ve superado por el siguiente país en su avance sobre Roz. Dos, que deplora la uniformidad en las costumbres de la gente que encuentra, en este caso el dominio de los gustos occidentales sobre las costumbres de otros países. Tres, busca lo local, lo particular de cada país,y de cada región. Si no es peligroso o insalubre, prefiere compartirlo que permanecer en sus costumbres europeas. Algunas veces lleva sus opiniones al extremo de dudar de que la alfabetización universal de la población sea beneficiosa, algo que no comparto en absoluto. 

Otro detalle de su actitud es que no está tan centrada en cómo se va sintiendo a lo largo del viaje. Su experiencia la lleva a posar la mirada en lo que ve, sobretodo en las personas, antes que darse el gusto de convertir sus sentimientos y sus ideas el centro de su narración. El mundo no gira en torno a ella, no se siente tan importante frente a los ciudadanos de los distintos países como para ponerlos a su disposición para aumentar su bienestar de emociones. Ella los escucha más de lo que se escucha a ella misma en esta historia, y es algo para mí determinante en cualquier actitud viajera: saber escuchar, antes que escucharse a todas horas. Ahí están los detalles sobre la pobreza y la mendicidad que observa, comparándolos también entre los países de oriente y los occidentales, o la relevancia de la corrupción en la sociedad persa. Estas reflexiones se las plantea muy a sabiendas de los conceptos que maneja, y su relevancia en cualquier sociedad. Tenía las ideas bastante claras, no era una chiquilla, aunque saliera de casa solo con 63 libras en el bolsillo el dia que empezó su viaje allá por el invierno de 1962. Por poner algunos ejemplos:

 Los problemas de emancipación de la mujer en Irán, y el dominio que ejercen los clérigos sobre la población.

La buena atención de la gente en Yugoslavia

Acompañar a los granjeros persas a sus granjas; en general su hospitalidad. Lo contrario que en Azerbaiyán.

La dependencia para el desarrollo de USA y URSS que tenía Afganistán

El primer país en el que se entretiene en contar cosas es Persia (Irán ahora): en algunos lugares remotos de Persia incluso la apedrean, los clérigos harapientos la azuzan (¿andaría Jomeini ya dando la brasa?). En otros solo se preocupan de mirarla con mala cara. Mucha soledad e insolación por el camino. Caminos malísimos de andar en bici o en camión. Los mulás soliviantando a la población contra lo que no les gusta del gobierno del Sah. Gente dura con sus corruptelas, robos y  violencias que solo se pueden comprender desde la vida de privaciones que sufren. Desierto nada amable pero hermoso. 

Si Persia ya fue dura en cuanto a carreteras, le sigue Afganistán, de la que le dan toda clase de prevenciones. Carreteras peores, pero llega a Herat y se enamoró de la ciudad, de sus edificios y las costumbres. Las mujeres con burka, pero a ella la aceptan bastante bien. La gente, como si viviera en una prolongación del siglo XIX, y bastante bondadosa. Durante esta parte del viaje la desvían, en autobús, por los trayectos más seguros que dejan los bandidos armados y las refriegas contra los soldados. En Kandahar, bastantes estadounidenses y otros viajeros occidentales. Hace comparaciones en condiciones de vida de cada país con respecto a los dejados atrás. Afganistán cae al ultimo de la fila en muchos aspectos, como higiene, el trato a las mujeres, la lucha entre USA y URSS por hacerse con el país... en general, cuando entra en un país se enamora de lo que ve, y pasados los días va poniendo las cosas en su sitio. Si es cierto que la gente es muy amable, sabiendo los códigos de conducta, también es cierto que las partidas de bandidos campan a su aire por muchos sitios. También alaba la belleza del país, algo que ni con la imaginación podía pensar.

Con el Hindu Kush de fondo, y Kabul atrás, entró en Pakistán por el puerto de Jaiber y en seguida lamento el cambio: más modernidad, menos cordialidad en el trato. Salió de Afganistán enamorada de su gente, sintiendo haber conectado con ellos porque nunca los trato con miedo, aunque también mejorandose de tres costillas rotas tras un accidente. En Pakistán en seguida notó la mano del pasado británico en los edificios, en la organización del tráfico, en las costumbres de la pastunes. 

Siendo mujer, extranjera y viajando sola, recibe, además de intentos de violación, muchas más muestras de atención por parte de los hombres, que son los que dominan la sociedad. Es el caso en Peshawar de la familia que reina allí, en el estado de Swat. En el palacio donde se instala, por ofrecimiento del príncipe, pasaron la reina Isabel II o Jruschov.

Los viajes sobre Roz se hacen imposible por el intenso calor, tanto que el disfrute del paisaje disminuye. Pasa por Cachemira, Rawalpindi, y hace un viaje a Gilgit memorable: describe unos paisajes infarto, el Nanga Parbat, y hace una ligera ascensión por las afueras para encontrarse un cadáver de pocos días escondido del que no dará cuenta para no acarrear problemas. Luego hace un recorrido a caballo de varios días sola, donde conoce un mundo ancestral, poco desarrollado, lleno de miseria y enfermedades. Entabla amistad con un rajá que le regala una granja para vivir para siempre, conduce ella sola una recua de ponis y burros. Es un ambiente de relaciones profundamente humanas entre ellas y los habitantes, gente tan diferente y capaz de encontrar muchos puntos en común sin demasiada complejidad. Los caminos son algo único en paisaje pero también en fuerza para seguir viajando. Son desérticos, a una altura grande y una temperatura de 45°C sin sombras. Lo pasa bastante mal esos días pedaleando. Por otro lado, la gente es tan pobre que apenas consigue comida y pasa mucha hambre. Ni siquiera ha visto una bicicleta en su vida ni sabe cómo funciona. Es algo fascinante del relato. 

Su lista de montañas preferidas vistas en el viaje: Nanga Parbat, Ararat y Damavand. El cruce del puerto de Babusar es otra odisea digna de mención. A partir de aquí, el nivel de exigencia de nuestra ciclista se va conteniendo en la medida en que vuelve a un mundo cada vez más civilizado hasta llegar a Rawalpindi, donde es hospedada con las comodidades de la casa de un príncipe, asiste a asambleas del Parlamento paquistaní e incluso almuerza con el Presidente. Es un mundo de confianza en la conversación del otro, sea quien sea quien hable o escuche.

Aunque se nos haya olvidado a lo largo de la lectura del libro, el final del viaje era la India, pero cada vez que conocía un país le gustaba más que el anterior, ese era el nivel de entusiasmo de la autora. Parecía no tener límites. Pero los tenía, y al penetrar en la India y llegar a Deli atravesando el Punjab, la autora va analizando el trato cada vez más frío con la gente y lo poco que le gustan muchas de las cosas que ve por el camino. Lo último que nos cuenta es que va a esperar un tiempo hasta que vuelva a ser una época propicia para recorrer este subcontinente en bicicleta. Y lo cuenta no como una interrupción abrupta, sino como un ¡Volveré!, en esa forma tan de diario en el que no revisa demasiado sus impresiones del día ni hace demasiadas cábalas de futuro. Murphy siempre organiza el futuro para que nada le estropee el día, que es lo que cuenta.

EN EL VALLE, de Paolo Cognetti

 EN EL VALLE, de Paolo Cognetti

Una pequeña historia en el valle de Valsesia a mediados de la década de los 90. El hilo conductor son los primeros años de matrimonio de Luigi y Elisabetta, que además están esperando un hijo. 

La historia no es exactamente como las de libros anteriores de Cognetti. Es una muestra más descarnada que la de Las ocho montañas. Aquí, En el valle, los personajes tienen muy pocas expectativas en la vida. Es como si se dieran cuenta de que su horizonte vital llega hasta las montañas que tienen enfrente, cerrando el valle, y que se tienen que buscar la vida con lo que hay. Elisabetta viene de Milán, y se ha quedado en Valsesia por amor a Luigi, ha sido capaz de cambiar muchas cosas buenas por él. Pero Luigi está encerrado en el valle no por elección, sino porque es incapaz de salir de su hogar ancestral. Si está, no es por elección. Su hermano Alfredo, protagonista secundario pero importante, se encarga de dejar bien claro que Valsesia es un valle menudo, pequeño, un microcosmos comparado con los territorios de la Columbia Británica. El sí ha elegido estar de vuelta en Valsesia, pero tampoco ha sido una buena elección. Es como si el valle limitara las expectativas de sus moradores, incapaces de adaptarse a otro mundo o adoptar las ideas que penetran por la carretera. En eso es muy significativo la última visita de Elisabetta a su suegro.

La historia empieza y acaba con la muerte de un perro (¿o es un lobo?) que ha dado muerte a otros perros en el valle. Como un reflejo del espíritu indómito de aquella tierra que ha acabado muerto por la civilización. Todo es muy simbólico: el progreso son las pistas de esquí proyectadas que se van a llevar por delante densos bosques. El espíritu de ese perro muerto, al que Luigi va a dar sepultura en su casa heredada del padre, viene a ser la propia alma de su familia, originaria de allí, de Fontana Freda. Un espíritu que Luigi envidia porque no logra estar a su altura. Solo el último párrafo es alentador. En el resto parecen personas en el justo espacio de tres o cuatro días haciendo lo de siempre pero metidos en una ratonera. A diferencia de lo que me tenía acostumbrado el autor, este libro no es de gente que vive en un mundo urbano y sube a la montaña para vivir mejor, o pensar que eso puede ser posible; donde el contraste con los lugareños es evidente. En este caso, solo Elisabetta es de fuera, y se está transformando en una más del valle, con un hijo que será del valle, con todos sus contras. En este cuento, más que novela, no hay un afuera que sirva de contraste, ni la gente de la montaña vive en un mundo mejor, ni ellos son mejor que cualquier otro: ahí están las cuadrillas de furtivos para desmentirlo, por ejemplo.

Quien toma la palabra es el narrador, pero a veces es Luigi. Pero hable quien hable en cada capítulo, es un texto sombrío. Directo en los diálogos, en los líos en los que se meten con algún cambio de ritmo necesario que avive la lectura. Sin embargo, el final del libro lo copan unos poemas galeses del siglo VI y la recurrencia al disco de Bruce Springsteen "Nebraska" como ardid inspirador de este cuento. Entiendo la inspiración, pero no por eso opino que sea lo mejor de Cognetti. A este cuento largo, o relato, que no llego a considerar novela corta, le veo espíritu en todos estos personajes de la montaña, pero creo que el cuerpo de la historia, la que la sostiene, es el fuerte simbolismo de la historia del perro, o lobo, como sentido de lo que están pasando estos lugareños.

martes, 15 de abril de 2025

YO, COMANDANTE DE AUSCHWITZ, de Rudolf Höss

 YO, COMANDANTE DE AUSCHWITZ, de Rudolf Höss

Autobiografía de uno de esos personajes, Rudolf Höss (1901-1947), de la historia universal de la humanidad al que llamar monstruo es demasiado fácil... pero casi es el único testimonio a ese nivel de responsabilidad que nos ha llegado. Estando condenado ya a muerte por un tribunal polaco, se puso a escribir estas páginas con la clara intención de mostrarse como era, a veces sin arrepentimiento, otras con él. Intentó dar pista de por qué era cómo era, sus orígenes, su educación política, sus experiencias sentimentales, etc. Una de las suertes de la presente edición es que, tanto Primo Levi en el prólogo como los editores, se encargan de poner algunas de esas historias que cuenta en su sitio valorando acertadamente aquello en lo que Höss se exculpa, o corrigiendo aquello en lo que directamente miente. Lo cual nos da una perspectiva más profunda de un sujeto pillado en sus propios argumentos falsos.

Es un libro descriptivo y, a su manera, explicativo de lo que pasó. Empieza por su solitaria infancia, con un padre estricto al modo militar, una educacion catolica sin exteriorización de sentimientos y una presunta vocación para el sacerdocio impuesta por la familia que se tuerce ante la corrupción de la Iglesia que ve de crío y después en el frente de la I Guerra Mundial. Lo de no haber aprendido a mostrar sus sentimientos lo utiliza después para justificar que no mostrara la repulsa extraordinaria que sentía hacia el maltrato de los presos. De ahí pasa a algo tan salvaje como eran las Freikorps, la gente que quedó libre del derrotado ejército alemán y que se dedicaba a dar mucha guerra (literal) como si esta no hubiera acabado. Se lo puede ver en los paises balticos y otros frentes duros donde matar a quien se opusiera a sus violencias contra la población y la República de Weimar. Son un fenomeno historico del que no se habla mucho pero con una fuerte repercusión para crear aún más miseria y confusión en los países de Centroeuropa. El caso es que ahí conoció a Martin Bormann (1900-1945), por ejemplo. Esa aventura acabó con una condena de 10 años por matar a un hombre: es uno de los casos en que se le pilla mintiendo por la justificación que hace de no haber sido él, sino que le culparon. De ahí se fue con una de esas comunidades racistas, originadas en las ideas del Lebensreform, una cuadrilla de agricultores llamada Liga Artaman (una especie de retorno a la tierra idealizado), donde coincidió con otro integrante: Himmler. El mismo que lo sacó de ahí y lo hizo SS en 1934, aunque ya era miembro del NSDAP desde 1922. Empezó de cabo en Dachau.

Höss no quiere que se pierda "su sabiduría", la que empezó como prisionero, continuó como labrador y se afianzó en las SS en el sistema de campos de concentración y exterminio. Nos habla de los distintos tipos de reclusos y de los distintos tipos de carceleros SS. Hace una gradación en ambos grupos que va siempre de los malos a los buenos, identificándoles claramente. Luego está el origen de la importancia que da al trabajo recluso: Arbeit macht frei. Un lema que colocó sobre la puerta de entrada de los tres campos en los que trabajó:  Dachau, Sachsenhausen y Auschwitz. Consideraba que el trabajo honrado y esforzado convertiría a los presos en buenos ciudadano (ciudadanos nazis, claro), obviando, como por otra parte confiesa, que ese trabajo fue concebido para matar a la gente. Que todo saliera mal parece que fue culpa de su jefe Eicke al fanatizar a los carceleros SS contra gente en parte inofensiva. Es decir, le parecía normal meter en prisiones o en el lager a gente sin juicio previo o a presos políticos (el mismo fue considerado preso político, y se sentía preso injustamente). Höss confiesa que ascendió siendo así de fanático. Aquí empiezan sus más fuertes ambigüedades confrontado con su oficio: a favor de los lager y de recluir a los enemigos del estado y otros presos comunes, pero no partidario de su tortura. Siempre se escuda en el ambiente de las SS, imposible ir contra él ni para abandonar este trabajo. Pero defiende, por ejemplo, la reclusión de homosexuales y testigos de Jehová. Explica cómo se los trataba en Dachau y Sachsenhausen. Luego vendrán los comunistas o rusos, los polacos, los judíos y los gitanos (estos últimos sus preferidos). Y también la versión femenina del conjunto, con el problema de los kapos. Despeja responsabilidades aduciendo que nadie seguía sus consejos, más moderados. Como el tema de los guardias con perros. 

Siguiendo la lógica de Höss, que fue llamado para levantar Auschwitz, cada vez lo ampliaba más para mantener a más presos con la intención exclusiva de proveer el frente de guerra. A la vez señaló que las condiciones eran malas, tanto que se le moría la gente, y que no lo pudo remediar. Posteriormente llegó la eliminación de los comisarios políticos comunistas y la eliminación en masa de judíos, a lo que se hubiera opuesto si hubiese podido según él. En esto encuentran el Ziclon-B.

Muchas cosas llaman la atención de esta exposición de su vida: por ejemplo la preocupación por la situación carcelaria de los presos durante su condena de 10 años. Como si él no hubiera sido uno de ellos, sino un mero observador temporal. Es alguien que no va a aplicar esas supuestas observaciones humanitarias en su futuro empleo. Era uno de esos SS que no podía ver sin que le temblaran las piernas cómo se aplicaban los castigos que él mismo ordenaba. Eichmann, por lo que cuenta, tampoco. En general, nadie. Para eso estaban los más brutos entre los SS y el Sonderkommando. 

A finales de 1943 pasa a supervisar los campos de exterminio, aportando otra visión de la ineficacia habitual. Pero los frentes de guerra avanzaban inexorablemente hacia el corazón de Alemania. Dado su carácter, era lógico que intentara buscar el orden dentro del desorden de continuas retiradas de tropas y reclusos. Aquí vuelve a aparecer como un ser con sentimientos humanitarios. Los británicos lo atraparon, y fue traspasado a los polacos, donde coincide con el famoso Amon Göth, el malísimo de La lista de Schindler. La población deseaba matarlos en cuanto pisaron tierra polaca; pasaron a custodia de gente con números de Auschwitz tatuados en el brazo.

En definitiva Höss parece un nazi de una sola pieza. más unido a Himmler que a Hitler. Un tipo que, ya condenado a muerte oficialmente cuando escribe, lamentaba las muertes violentas, que hubiera preferido otras formas de hacer las cosas por parte de los jerarcas, pero que acto seguido los justifica porque hay que obligar a la gente a pensar como le pide el estado. Las guerras, después de todo, son inevitables. El siempre adujo que le negaron en varias ocasiones ir al frente en lugar de dirigir campos de prisioneros. Pero está claro que una mente tan fiel al instinto nazi no podía caer en cualquier trinchera. Dan igual sus sentimientos: él estuvo allí para hacer posible que cientos de miles de personas inocentes murieran. Ve positivos los campos de concentración, la reclusión sin juicio previo, la eliminación de 'amenazas' internas y externas. Rechaza, solo durante su cautiverio antes de morir, el Holocausto porque no ha servido sino para enemistar a Alemania con el mundo y hacer más poderosa "la judería mundial". Cree sinceramente en las bondades del pensamiento nazi como para atraer a cualquier país europeo. Si uno lee lo que han encontrado los historiadores después de mucho estudiar los archivos y los testimonios, las cosas que Höss ordenaba eran para echarse a temblar... Por mucho que se queje de que nadie sabía apreciar su buen corazón, era un mal bicho.

El libro finaliza con varios apéndices muy interesantes dedicados a jerarcas nazis con los que trabajó. El primero describe el funcionamiento general de Auschwitz, de su ampliación, sus campos satélites, la operación de exterminio total, etc. El siguiente lo dedica a sus contactos personales con Himmler, y a como le veía Höss. Detrás viene Eichmann, el famoso nazi juzgado en Jerusalén, al que llegó a conocer bien. Le sigue Müller, o más conocido como Gestapo Müller, un tipo brillante, discreto y el que corta el bacalao en el tema de la seguridad del Tercer Reich: vamos, una víbora. El apéndice sobre Pohl dice que era el administrador jefe de las SS, es decir, el que organizó sus empresas, muy lucrativas, y sus presupuestos. El siguiente, Maurer, era el inspector, auditor y ejecutor de estos planes, muy eficaz. Le toca el turno a otro mal bicho, Globocnik, otro jefe de policía en Lublin y de las SS, que por muy incompetente que fuera atrapó a miles de judíos. Finalmente hay dos perfiles más, el de Eicke y el de Glücks, ambos dieron forma a lo que era un campo de concentración partiendo del primero de todos, Dachau. Eicke era el responsable del fanatismo de los guardas, y Glucks el de la incompetencia, en líneas generales según Höss.

El libro acaba con la sentencia del tribunal polaco del 2 abril de 1947 que envía a Höss a la horca.


sábado, 12 de abril de 2025

VOLVER, de Toni Morrison

 VOLVER, de Toni Morrison

El universo violento de EEUU. No el de la guerra, aunque el protagonista es un negro recién licenciado de la guerra de Corea. Es la segregación racial. Se trata de lo que se hacen unos a otros en la calle, blancos contra negros, negros contra negros: tardamos en saber por qué Frank, el protagonista de vuelta a la patria, se escapa del hospital, que es como empieza la novela. Pronto se suceden más personajes en esta huida sin rumbo aparente: un reverendo que le ayuda pero le menosprecia, una pareja de blancos agredida a la salida de un bar y el error de la mujer por menospreciar el valor de su marido al querer ayudarle. Un chico inválido de un brazo por un disparo del sheriff. Gente que le ayuda con metiendole un par de dólares en el bolsillo...

Frank parece sufrir un síndrome postraumático a raíz de sus experiencias bélicas, y veremos que se narra a si mismo como un pequeño héroe, pero al final del libro sabremos que no lo es: la verdad, con Morrison, nunca algo claro de contar pero ella lo hace sencillo. Hay cosas que dice, si, pero otras las señala para que las veamos nosotros (si queremos). Frank vive con recuerdos de las escenas en el frente que se resuelven en ruidos abrasadores, colores chillones, situaciones extrañas con personas desconocidas. Todo muy sensorial. El comportamiento de Frank es difícil. Pero no todo es malo de pasar, también hay personas que le ayudan a llegar a Georgia, junto a su hermana Cee que le reclama porque se muere. Es cuando entendemos que su escapada tiene un rumbo: Cee. Toda esta gente busca la amistad antes que la compasión, que es lo que en realidad obtienen en el mejor de los casos. Cuando recibe la llamada de su hermana Cee, parece que al menos tiene un objetivo en la vida que no es salvarse, sino llegar a tiempo y salvarla de un médico sádico. Parece que es lo único que lo va sacando del comportamiento traumatizado.

Entre las cosas que le van pasando, hay unos capítulos más cortos que relatan en primera persona los recuerdos mas intimos de Frank a alguien que los va recopilando. Porque Morrison ha elegido dos formas de narrar: esta directa de Frank, de capítulos muy cortos y directos, y otros capitulos mas largos narrados por la autora omnisciente donde tambien, con esa naturalidad y destreza para ir y volver temporalmente en la historia de los protagonistas, ella capta las humillaciones, los deseos en la vida, o la falta de estos. Aquí entran esas ironías de jugar con el apellido de Frank Money mientras su novia deposita monedas en el lado de la cama que él ocupaba antes de abandonarla. O ese juego de mujeres: la niña Cee a la que siempre protegió, y la niña coreana a la que no es capaz de proteger de si mismo. 

Es un libro de 157 páginas, cuya acción corre rápida sin dejar de lado los matices necesarios. Por ejemplo, los capítulos dedicados a Lenora y Lily son cortos, precisos y ajustados al resto de la historia, como para que no nos queden preguntas acerca de que pasó con este o aquel otro personaje. No es la mejor novela que haya leído de Morrison, pero sigue siendo absorbente y admirable.

Entre los recuerdos directos de Frank y lo que cuenta la narradora de cada personaje de la familia de Frank, vamos conociendo que es lo que ha pasado con ellos: sus padres huyeron de Texas dejando sus posesiones atrás. En Georgia son recibidos por el abuelo Sam y su mujer Lenora que no los quiere. En realidad Frank y Cee están solos en un mundo violento e injusto, el que les tocó vivir en las profundidades de Georgia, en un pueblecito llamado Lotus. Ella continuaba allí mientras Frank se fue a la guerra de Corea. El pensaba que no sería tan malo como Lotus, pero se equivocó. Lo era de otra forma. 

Finalmente no todo acaba mal. Hay mucho dolor rumiado en los personajes, y sobresalen esas relaciones humanas por salvar la vida de un chico amenazado o una Cee enferma. Son las relaciones dentro de la comunidad las que los sacan adelante, las mismas que intenta reventar el capitalismo cuando se interponen en su camino.

jueves, 10 de abril de 2025

TIERRA DE TIGRES Y MARES DEL SUR, de Ole Strandberg

TIERRA DE TIGRES Y MARES DEL SUR, de Ole Strandberg


Pequeñas crónicas de viaje entre los hindúes en ámbitos del extremo oriente: el sur de Asia y las aisladas ínsulas de los Mares del Sur.

Estamos en los años 50 del siglo pasado. El autor viaja a los que se llaman ahora Tigres Asiáticos: la India, territorios que ahora son chinos pero que entonces eran Hong Kong o Macao fuera de su órbita, la propia China de Mao y Siam (hoy Tailandia). De la India conoce los lugares comunes que hicieron famoso el subcontinente, temas como la caza de tigres, la quema de cadáveres en un templo de Kali en Calcuta, el sistema de castas, los problemas con Pakistán, un breve encuentro con Nehru. Sigue con las peculiaridades de un viaje en tren y las anécdotas de varios maharajas, su modo de vida antes y después de la independencia del país.

Como buen reportero, es un culo inquieto. Aparece por Macao, todavía en manos portuguesas, con un memorable menú en un restaurante de esos que revuelven las tripas. De ahí, como quien da un paseo, acaba en un barco que trafica con armas. Uno de los contrabandistas le ayuda en su gran objetivo: colarse ilegalmente en la China de Mao Tse Tung con una carta de recomendación. No tengo ni idea cuánto ha adornado el relato, pero es entretenido por la singularidad de lo que vio y le pasó, como por el tono humorístico y desenfadado con que lo aborda.

El siguiente reto que se marca nuestro hombre es Siam. Aterriza en Bangkok, con un calor de mil demonios que invita a pisar muchos garitos donde beber, pero también a ser introducido en muchas experiencias típicas: fumar una pipa de opio, los temas gastronómicos, los dentistas, la policía.

De aquí saltamos a la otra mas oceánica del libro. Visita Hawai, una cueva donde están enterrados antiguos reyes, la obra del padre Damián de Veuster con los leprosos. Luego pasa a Bora Bora de las que circulan tantas fotos idílicas en internet actualmente, pero que no le pareció tanto sobre el terreno. No deja pasar cualquier ocasión para evitar los tópicos de afamados destinos turísticos para ver lo sórdido o menos bonito que hay detrás, incluso en Tahiti. 

No deja de ser un simpático guiri, ademas de piel blanca sueca, pero con unos cuantos comentarios rozando lo insultante contra ciertos nativos. Se va a Motu Tapu, o Isla Prohibida, un islote junto a Bora Bora con la sana intención de saber qué se siente haciendo el Robinson Crusoe. Literal. Hoy es una isla privada, un pequeño terreno lleno de palmeras casi a ras del agua oceánica desde la que se ve la isla principal como para saber que no estas tan solo. No hay más que buscar en google. Pero creo que cuando Strandberg escribió esto en 1957 (edición española) no tenia ni idea de este invento. Acaba con sarampión en una isla desierta que se rodea en 18 minutos. Menos mal que este hombres se rie hasta de si mismo.

Finalmente embarca en el velero California con 4 estadounidenses y un perro hacia otras islas: en Raiatea (islas de la Sociedad) participan de una ceremonia pagana sobre el fuego. De ahí salta a la isla de Matuko (Fiyi), donde lo dejan solo por un par de semanas en la que fue el tipo de isla que tanto perseguía, más o menos auténtica cultura melanesia. Alejada de influencias foráneas, con gente genuinamente sociable y un jefe inteligente que conoció el mundo exterior. Allí, el autor nos habla de las curiosidades gastronómicas del canibalismo.

Todo lo que tiene el libro de las anécdotas de un turista buscando nuevas sensaciones en un territorio poco violado por la globalización, lo arregla en el último capítulo contándonos la historia de un tal Charles Savage, cuyo barco encalló en la isla Bau (tambien en Fiyi) en 1808. En realidad era un compatriota suyo llamado Kalle Svensson, que dominó una parte de la isla, atrajo a un montón de gente sin escrúpulos rondando los Mares del Sur y acabó en el estómago de los nativos de una forma cruel pero merecida.

En conjunto, son un anecdotario que me ha resultado ligero, entretenido, a veces sorprendente, sin importar que los nombres de los lugares  no coincidan con los actuales, que pertenezcan a otro régimen político o que algunas costumbres que fue a buscar nuestro viajero sueco ya apenas existan, Es un pedazo de historia a pie de calle con gente que tal vez no hay cambiado tanto.

miércoles, 9 de abril de 2025

MEMORIAS, de Willy Brandt

 MEMORIAS, de Willy Brandt

¿Seríamos capaces de leer la autobiografía de uno de los primeros ministros occidentales actuales? Poco me atrae la talla intelectual de ninguno de ellos, pero en algún caso lo leería con lupa para conocer sus justificaciones a algunas cuestiones poco justificables. Algo así me pasó con Brandt. Pero con una diferencia: él fue un hombre polémico pero creíble. Ahora parece que nos invade solo la polémica. 

Hay primeros ministros, como el de la antigua RFA, que las han pasado de todos los colores porque su vida ha sido transversal a la del siglo XX europeo. Un hombre nacido en 1913, Willy Brandt, en el seno de una familia obrera, que fue al colegio un año después de acabar la I Guerra Mundial, que se hizo líder de los socialdemócratas alemanes muy pronto, que se jugó el tipo con la Alemania nazi incluso estando exiliado, que aprendió mucho de la sociedad noruega cuando nadie lo hacia, que volvió para reconstruir su país desde cero y trabajo por la paz en medio de la Guerra Fría, creando las bases de una reunificación alemana que parecía imposible, lo mismo que una distensión entre USA-URSS, entenderse con los franceses, resistir el acoso y el chantaje soviético incluido el Muro siendo alcalde de Berlín... Un hombre así tiene algo que decir, nos guste o no. Fue uno de los actores del milagro económico alemán. Y, sinceramente, no hay tantos políticos que puedan presumir de algo. Lo cual cuestiona no la política en si misma, sino a los ciudadanos que lo esperan todo de ella ingenuamente y a aquellos que eligen a gente fuera de la política tradicional, como Trump, porque uno no sabe dónde se mete votando a estos nuevos aventureros hasta que sabe lo que le cuesta en el bolsillo y en salud. Se suele decir que gracias a los rusos no hablamos alemán (algo bastante objetable, pero no viene al caso); pero gracias a Brandt (y a otros como él) tampoco hablamos ruso y no por suerte sino con mucho trabajo de diálogo y de posiciones básicas firmes, aunque sí es una suerte para los que venimos después. Es, además, uno de los primeros ejemplos en favor del desarme y en favor de políticas sociales dentro y fuera de Alemania (más de actualidad no se puede estar, aunque las circunstancias actuales sean diferentes). Cierto que es una autobiografía con el defecto de la subjetividad para valorar muchas controversias: su clara intención con estas memorias es la de quedar bien ante la historia, y no me parece mal siempre que se sepan los puntos flacos y criticables (se puede empezar por la Wikipedia), y no se olvide lo que hubo de bueno. Después de haber leído la biografía tan documentada de Trump, necesitaba un ejemplo más alentador como el de Brandt. Así están las comparaciones hoy dia. En absoluto dice que no se equivocara, muy al contrario señala numerosos momentos en los que lo hace, y no lo justifica siempre. Pero lo que merece la pena son las lecciones aprendidas, las experiencias intensas vividas, y un tipo de enseñanzas para la posteridad, sea cual sea la ideología del lector, que convendría no olvidar nunca, aunque nos parezca erróneamente que esto ya no importa o que sean otros quienes deberían tomar nota

Un primer y largo capítulo viene a decirnos, a los lectores de 1989 y a los del 2025, quien es este hombre: el alcalde de Berlín al que le tocó lidiar con la construcción del Muro, con los rusos, con la RDA (Ulbricht), con los políticos de la capital de su país (Adenauer) y con los norteamericanos (Kennedy). Es un político de raza. Una de las cosas que mas me sorprendio es leer que Kennedy le insto a invertir más en defensa para prepararse contra cualquier ataque de la URSS sin depender tanto de EEUU. Eso en 2025 resuena como la bomba que nos ha caído, pero porque ya no hay políticos como Brandt o Kennedy.

Brandt continua con lo que es una biografía: también a él le negaron una partida de nacimiento honrosa (me recordó a Obama un poco), pero está claro que este hombre creció dentro de una familia humilde de Lübeck muy interesada en la política y los movimientos obreros.  Su nombre no era el que todos conocemos, sino otro más largo. Cuando se renaturalizo alemán tras la II Guerra Mundial se quedó con el que venía utilizando en tareas clandestinas. Empezó trabajando en una naviera. De sus primeros años a la debacle de 1933 hay un suspiro, y entramos de lleno en una imagen del socialismo de base que se intenta enfrentar al advenimiento del nazismo. Brandt se encontró con el miedo, se mire como se mire, de sus correligionarios, y huyó a Dinamarca y luego a Noruega, su segunda patria. Con todo, él también fue además de un refugiado político, un hombre con el permiso de residencia caducado al que el partido Obrero noruego defendió para que no lo expulsaran (otra vez un tema actual).

Hay autocrítica, lo que me ha sorprendido, en esos años de exilio y trabajo por salvar la vida de los opositores dentro de Alemania. Aprender la vía noruega del socialismo fue determinante. Años en los que perder el engreimiento y el sectarismo, aún más el nacionalismo. Se cuentan muchos entresijos que nos dan otra perspectiva de lo que pasaba dentro y fuera de su país como pocos libros actuales nos saben transmitir. Es la diferencia entre las memorias de un contemporáneo que lo sufrió y lo vio, y los ensayos de académicos que ya están en otra onda. Un ejemplo: lo que costó conceder el premio nobel de la paz a Carl von Ossietzky para prolongar más su vida en manos de la Gestapo. Otro ejemplo, un tal Sverre, del que habla con total admiración por su forma de engañar a las autoridades nazis.

Después de contar lo mal que lo pasa la oposición en Alemania, se fue a España con la idea de ver y seguir aprendiendo: los comunistas haciendo limpieza ideológica en la República, la experiencia en Huesca cuando cayó Orwell herido, el trato con comunistas que después encontraría en la II Guerra Mundial y en la RDA siendo siempre unos sinverguenzas, Andrés Nin y el POUM. Con su vida también en peligro, regresó a Oslo. Abrazó el socialismo noruego, reformista y no vinculado al marxismo. Perdió, como escribió, los últimos atisbos de sectarismo. Expatriado en 1939, adquirió nacionalidad noruega a donde volvió. Con la invasión nazi de 1940, huyó a Suecia. Ya llevaba dos exilios. Y defendió la neutralidad sueca, y sus difíciles equilibrios, que salvaron tantas vidas.

Allí se reafirma en un socialismo democrático, no dogmático, no nacionalista, popular y liberal. Cuando llegó el momento de pensar en lo que iba a pasar con los alemanes después de la contienda, es evidente que incluso a él le echaban las culpas solo por ser alemán. No estaba en buena posición para defender a los alemanes buenos. Pero, como todo en este libro, los argumentos de cada problema político están muy bien desbrozados y limpiamente explicados. De manera que hace comprensibles cuestiones complejas como la desnazificación, la responsabilidad del gobierno nazi y de la gente de la calle que sabía todo lo que pasaba, etc. Fue tentado por Stauffenberg para unirse, tras atentar contra Hitler, a un gobierno para el armisticio. Periodista en los juicios de Nuremberg... todo lo que ha vivido este hombre da para distintos libros, con sus pensamientos y juicios de valor que aquí deja muy resumidos.

Un golpe de suerte lo sacó del ostracismo, renunció a la nacionalidad noruega (mucho más cómoda y con futuro que la renovada nacionalidad alemana que adquirió en 1948) y volvió a entrar en la política a los 34 años. A esa edad había vivido lo que otros no podrían ni en cien años. 

Desde entonces el tema de la reunificación alemana va y viene en las conversaciones internacionales. En Brandt es una obsesión comprensible con algunas conclusiones sacadas de los bloqueos a Berlín por parte soviética bastante interesantes. Solo la deseaban los alemanes, pero era incompatible con el rearme a un lado y otro de la frontera: la pertenencia la OTAN, al Pacto de Varsovia u otras alianzas. De hecho, el trozo de Alemania al este del Oder pasó a formar parte de Polonia hasta ahora. Por suerte esto no es un problema a dia de hoy. La RFA, decía, se convirtió en un gigante económico y un enano político, (¿nos suena?). Lo mismo resuena hoy día lo que escribió en la pag. 181: los americanos se quejan de que los alemanes se sirvan de las armas nucleares de ellos para vivir cómodamente ("para afirmar sus anticuadas posiciones"). Año 1954 aproximadamente. Además, toda la generosidad de RFA en aquellos años con el Tercer Mundo pasaba porque no reconocieran a la RDA como estado alemán, solo la RFA. Es otra de las cuentas pendientes que le pasa a Adenauer. El era de los que daban exclusivamente a la RFA la herencia, el presente y el futuro de Alemania. A esos manejos dedica gran parte del libro, ya sean sus años en la alcaldía de Berlín, como ministro de Asuntos Exteriores o Primer Ministro. En general, siempre busca dos cosas: el desarme conjunto de Europa, empezando por el centro, y la defensa de la integridad territorial de los pueblos. Las fronteras son sagradas, y la reunificación de Alemania pasa por esas dos premisas. Por eso busca la distensión con el Este europeo (Ostpolitik) sin romper con el oeste o con EEUU, más bien buscando su apoyo y comprensión dentro de una estrategia militar exclusivamente defensiva para Alemania. De ahí sale tanto diálogo con Nixon, Kissinger, Kennedy, Johnson, Breznev, etc. Dedica páginas al tratado de Moscú de 1970 entre RFA y URSS, señal de nueva amistad y  cooperación. Muchos intentaron en Bonn y París saborearlo, pero sus colegas occidentales no.  Su visión europeísta es total y le debemos mucho todos nosotros. La semblanza y las experiencias con Breznev son entre penosas e hilarantes, ahora entiendo la mofa con que se le trata actualmente. Pero no era tonto. Los peores enemigos, como suele suceder, los internos. El apartado dedicado a De Gaulle es sensacional: un personaje clarividente para unas cosas como el poco compromiso de EEUU con Europa como de su empecinamiento en la unión europea a través de marcados nacionalismos.

Más temas importantes y poco conocidos: los desplazados polacos a partir de 1945, la humillación en que vivían ellos y los checoslovacos frente a la invasión nazi pasada y el trato soviético posterior. Neonazis abucheado a los representantes de la RDA en la RFA, ciudadanos de la RDA saludando s Brandt y exponiéndose a la Stasi por hacerlo. Finalmente se abrió a todos los países posibles con vínculos diplomáticos, rompiendo el bloqueo a la RDA. Fue Premio nobel de la paz en 1971.

Sus recuerdos son un continuo ataque y defensa de su gobierno: el terrorismo, el trabajo por no perder ni un voto de la coalición con los liberales, los radicales del 68, la compra de votos por la oposición (y por el gobierno), regatear las fugas de información confidencial a la prensa, sacar adelante los tratados con Polonia, URSS y RDA, la visión personal de algunos políticos y algunas leyes polémicas, Analiza los problemas de su gabinete y sus propios errores. En conjunto, nada que no pase en nuestros días. Sin embargo la puntilla final a su gobierno no vino del interior exactamente: la RDA le coló un espía en la persona de uno de sus asistentes. Aquí aparece la sombra de Markus Wolf, del que ya leí sus memorias. Brandt se presenta como un cándido presidente del ejecutivo sin tiempo para los avisos que recibe, ni para entender que sus propios funcionarios se la están jugando. Es una etapa final con la que no supo lidiar: le pilló el toro en la persona de un tal Guillaume, agente de la Stasi. No es el mejor momento de sus memorias.

El resto de sus memorias son ya recuerdos de muchos viajes para hablar con gente importante, como si fuera un enviado de su sucesor Helmut Schmitz, oficioso, tirando de agenda y amigos. Felipe González, Carter, Honecker... Halagos al Rey y a González en 1989. Hoy suenan fuera de lugar pero, ¿quien decía lo contrario en 1989? Hay varias preocupaciones: mantener a su partido, el socialista SPD, unido, entender las nuevas tendencias de los jóvenes y su aparente radicalismo que llevó a formar partidos políticos como Los Verdes, el proceloso tema de los misiles SS20 soviéticos y los Pershing de EEUU en el centro de Europa y las negociaciones para retirarlos. Es decir, Brandt es uno de los protagonistas de la Guerra Fría de principio a fin. Tambien los 80 fueron para él un intento de acercar a los países ricos y lo pobres, crear lazos de intereses mutuos que mejorara la vida del Tercer Mundo. En 1987 abandonó la presidencia del SPD y se tomo las cosas con calma a partir de entonces, aunque con la sensación de llevar un montón de dagas clavadas en la espalda por sus propios correligionarios. Las últimas páginas se dedican al proceso que llevó a la caída del Muro de Berlín. Murió tres años después, con casi 79 años.

Algunas ideas de las que se encontró Brandt a lo largo de los años y que cualquier día encontramos en un periódico cualquiera de 2025:

1.- EEUU deja de lado a Europa y se centra en la otra costa del pacífico asiático: China

2.- Los europeos nos aprovechamos de los norteamericanos, vivimos tan bien porque no pagamos por nuestra defensa.

3.- Los europeos deben invertir más en defensa, ser autónomos, le dijo ya Kennedy.

4.- Los intentos de enfrentamiento y absorción de Berlín occidental por parte de la URSS se parecen a la invasión rusa de Crimea en 2014, con la única diferencia de que el mundo occidental aprobó que Berlín se enfrentara desde el primer momento a los intentos de dejar a la capital alemana aislada, y en el territorio ucraniano el mundo miró para otro lado.

5.- ¿Seguridad o libertad? Brandt lo tuvo siempre claro: libertad. Y antes que todo eso, no pasar hambre y contar con lo mínimo para poder tener libertad.

6.- Miedo norteamericano a que la UE le haga competencia económica y política.

¿Cosas que no cuenta Brandt de su vida? Numerosas infidelidades matrimoniales, posiblemente alcoholismo y depresión. El agotamiento personal poco antes de dimitir. La crisis del Petróleo afectó mucho a su gobierno, aunque el presuma de poder con todo esto. Y que durante el voto de censura que ganó, y que él no sabe a qué achacar concretamente más allá de la compra de votos en ambos sentidos, dos votos de la CDU y la CSU fueron comprados por la Stasi para mantener a Brandt en el poder. Es curioso como el poderoso Markus Wolf ponía y quitaba un presidente de la RFA, aunque lo de quitarlo no era lo que deseaba, sino un descontrol de lo que la Stasi manejaba. Otra critica a Brandt es la de haber convertido la Internacional Socialista en un órgano alemán principalmente. El autor se defiende de todo esto exhibiendo sus logros. Si se hace una pequeña búsqueda en internet acerca de su vida, veremos que las muchas páginas dedicadas a ciertos temas responden a las controversias creadas en torno a su actuación política. Como cabía esperar, sus memorias funcionan tanto para remachar sus logros e intenciones, como para fijar la visión de  situaciones difíciles para él desde su perspectiva.

A día de hoy, cuando tantos ensayos y novelas se publican de aquella época, estos recuerdos se leen bien y además son auténticos, como cuando su partido lo envía desde el exilio a Berlín en 1936 y dice: "no tenía nada de aventura, había demasiado en juego". Hoy estas cosas se escriben como parte de la cultura del espectáculo.